The velvet Underground & Nico. Un clásico moderno

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Rubén Pérez Atienza
Posiblemente la de "The Velvet Underground & Nico" sea una de las portadas más famosas de la historia del rock & roll. Por algo el disco es conocido como "el del plátano", un icono de la cultura popular firmado por el padre del pop-art, Andy Warhol, quien además fue el manager del grupo en sus comienzos. Pese a que a lo largo de su breve carrera la banda formada por Lou Reed, John Cale, Sterling Morrison y Moe Tucker no llegó a gozar de las mieles del éxito comercial, a la postre está considerada como una de las más influyentes de la música moderna, de hecho son muchos los críticos que afirman con rotundidad que dicha etapa comenzó con ellos.
En cierto modo se les debe atribuir el legado que dejaron en otras formaciones neoyorkinas como Ramones, Television o Talking Heads. Al respecto se puede citar una famosa frase de Brian Eno en la que afirmaba que "pocos escucharon a la banda durante su corta existencia, pero todos los que le lo hicieron formaron una". La verdad es que raro es el grupo de corte "underground" que no cite a los neoyorquinos entre sus influencias.
El que fue el LP de debut de la banda, como muchos de los discos de culto, tiene su particular leyenda, marcada por unos comienzos que no resultaron en absoluto fáciles. Buena parte de ello se debe a que fueron de los primeros que se atrevieron a experimentar sin ningún tipo de complejo e incluir el ruido de las guitarras como sello de identidad, lo que dio lugar al "noise" dentro del rock. La "Velvet" comenzó a tomar forma en 1964, cuando los caminos de Reed y Cale se cruzaron. En su primera época respondieron al nombre de The Warlocks, apodo que cambiarían al poco tiempo por el de The Falling Spikes. La denominación no convencía, por lo que cuando un amigo común les comunicó que se había encontrado un libro en la calle, firmado por Michael Leigh, que versaba sobre el sadomasoquismo, decidieron apostar por su título.
Un buen día, tuvieron la suerte de tocar en un local, el Café Bizarre, donde había ido a parar Andy Warhol, quien estaba buscando desde hacía tiempo un toque musical para su proyecto cultural The Factory. Su peculiar estilo, diametralmente opuesto a la cultura hippie que por aquel entonces alcanzaba su cúspide en San Francisco, convenció al artista, que se incorporó a la aventura asumiendo el papel de manager.
El grupo pensó que el sello Warhol podría suponer un buen trampolín, aunque ello implicara tener que pagar el precio de aceptar las "sugerencias" del pintor, una de las cuales fue incorporar a Nico, la modelo alemana y estrella de The Factory. Finalmente Reed y Cale asumieron que se incorporara a los primeros conciertos, pero se negaron a que interviniera en la grabación del primer disco... Una vez más, Warhol se salió con la suya. Fue por ello que el álbum se editara finalmente como The Velvet Underground & Nico, una pieza que se registró en muy pocos días, pero que tardó en editarse un año (mayo de 1967) por culpa de la política de las discográficas, que no veían una forma clara de comercializar el producto (en la lista americana de ventas sólo alcanzó el puesto 171). El problema radicaba en que las canciones de la "Velvet" rompían con los tabús que hasta la fecha había marcado la música pop, especialmente en el tema de las drogas, algo que se puede comprobar en piezas como "I'm waiting for the man" o "Heroin".
Alguien dijo en una ocasión que los clásicos siempre serán modernos, algo que se puede atribuir al "disco del plátano", una obra que ha soportado como pocas los 41 años que lleva sobre sus espaldas. El LP marcó un hito en la historia de la música, que fue refrendado por la banda en sus posteriores trabajos, ya con Warhol fuera de juego y Reed dirigiendo el rumbo sin la losa que para él suponía la preciosa voz de Nico.