Las vueltas que da el mundo

J.C.
Madrid
Hace unas semanas se publicaba en el diario "El País" una entrevista con Robert Kagan, al que se presentaba como analista internacional y asesor del candidato republicano John McCain. Explicaba allí el futuro previsible que nos aguarda a causa de la competición entablada entre las democracias liberales, representadas por Estados Unidos, y el resurgimiento de las autocracias, que tienen a Rusia y China como adalides (no le daba demasiada importancia al poder de los fundamentalismos islámicos, aunque representen un estorbo bastante molesto). Ésta era la tesis principal, porque a continuación entraba en disquisiciones sobre las decisiones de política exterior que podría tomar cada uno de los candidatos norteamericanos a la presidencia. No es una cuestión que nos resulte indiferente.
Si resumimos el contenido de aquella entrevista es porque lo que hacía allí no era otra cosa que exponer en estilo coloquial la tesis que sustenta en su último libro, "El retorno de la historia y el fin de los sueños", que acaba de aparecer en España. A su juicio, "la evolución del mundo hacia la democracia ha coincidido con una deriva histórica en el equilibrio de poder a favor de aquellas naciones y aquellos pueblos que favorecieron las ideas democráticas". Son las potencias que triunfaron en la II Guerra Mundial y las que se impusieron al comunismo en el tiempo de la Guerra Fría. A partir de ahí parecía que el mundo se sosegaba y entraba en una fase de prometedor avance, como si las ideas positivas y el despliegue natural del progreso humano nos fueran a llevar ineludiblemente al sosiego mundial.
Pero las cosas son más complicadas de lo que parece. Y esas victorias y ese apaciguamiento no quiere decir que lleven al mundo a la perpetua felicidad. El rumbo que tomemos en el futuro dependerá de mil circunstancias, de las que difícilmente nos hacemos idea en estos momentos. Para Kagan, "el futuro orden internacional será establecido por aquellos que tengan el poder y la voluntad colectiva de darle forma. La cuestión es si las democracias liberales del mundo volverán a estar a la altura de ese reto". Lo que es una forma de dejarlo en el aire.