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RAQUEL MARQUÉS DÍEZ
Comienzos de la última semana de julio. Mientras loscurritosde este país estamos deseosos por llegar a la oficina -ya saben, por aquello de que con el aire acondicionado se está más fresquito que en casa-, el recinto ferial de Valencia se llena a rebosar por más de 6.000 internautas.
Juntos dan vida a la "Campus Party", cita estival que con el tiempo se ha convertido en la alternativa de aquella semanita con los amigos en un apartamento de la Manga del Mar Menor. Las nuevas tecnologías han ganado la batalla a las palas, la paella y la fritanga de chiringuito de playa. Hoy losfrikisde la Red (con todos mis respetos, pues ya quisiera para mí semejante dominio delpecé) se tuestan al calor de la banda ancha. Como cada año -en época de sequía informativa cuando loscampuser@scomparten minutaje con la operación salida y las altas temperaturas-, sigo sus hazañas por el Telediario.
Rafting sin kayak
Enchufan sus ordenadores a un ancho de banda de 7,5gigabytes, algo que para alguien de letras como yo puede ser comprensible si se asemeja a hacerraftingsinkayaky entre un tumulto de pirañas de río. Una semana de descargas e intercambios de conocimientos. Siete días, con sus siete noches, durante los que loscampuser@spodrán hacer de su capa un sayo.
Colchones, mantas, tiendas de campaña, cojines para las posaderas y hasta la comida de mamá entupperwares. El avituallamiento es importante pues tanto teclear agota a cualquiera.
Organizadores ymegapatrocinadores lo llaman cultura informática y la verdad es que siento cierta envidia sana por esa comunidad de avispados navegantes, porque allí, bajo la carpa, se olvidan de los atascos, las picaduras de mosquitos y de las plagas de medusas. Así de bien se lo montan losbill gatesdel mañana.
El pasado ya no es y el futuro no es todavía. (San Agustín)