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RUBÉN PÉREZ ATIENZA
Que ahora te guste la misma música que de pequeño escuchabas en el coche con tus padres sólo puede tener dos explicaciones: una, reconocer el hecho de que los años no pasan en balde; la segunda posibilidad es que el cantante, artista, banda o grupo en cuestión sea atemporal. Yo me inclino más por el segundo de los supuestos, un caso que se puede atribuir perfectamente a Leonard Cohen, el cantautor canadiense de 73 años que tras un buen periodo alejado de los escenarios europeos se ha paseado este verano por nuestro país.
La cita fue el pasado mes de julio en Festival Internacional de Benicàssim (FIB), escenario que desde hace 14 años suele reunir a lo más granado del panorama "indie". Aunque a muchos les pudiera parecer que la figura de Cohen no encajaba con la filosofía del FIB, el canadiense, un independiente de los de verdad, se ocupó de demostrar lo contrario. Una hora y diez canciones fueron más que suficiente. Y es que la música de Cohen tiene ese corte universal, pero lejos de ser vulgar, capaz de encandilar a cualquier aficionado a la música con una pizca de sensibilidad.
Su primer álbum, "Canciones de Leonard Cohen, editado en 1967, le proporcionó un hueco como uno de los artistas más influyentes de aquella época. El disco contenía temas que todavía hoy suenan actuales, como "Suzanne, "Sisters of Mercy" o "So long, Marianne". Pero antes de dedicarse a la música, Leonard ya era una figura literaria, al menos en su país, gracias a sus colecciones de poemas ("Comparemos mitologías, 1956) o novelas como "Hermosos perdedores". La dualidad músico-literaria ha sido y es una constante en su carrera, en la que se mezclan sus temas más recurrentes (el sexo, la religión, la soledad, la búsqueda del amor...), aderezados todos con la peculiaridad de recitar, más que cantar, sus letras. No es casualidad que Cohen, al igual que Dylan, figure entre los privilegiados que han sido propuestos para obtener el Premio Nobel de Literatura.
A lo largo de los años, Cohen se ha ido labrando una fama de excéntrico que alcanzó su cota más alta en 1994, cuando decidió recluirse en un monasterio budista de Los Ángeles, donde estuvo cinco años de retiro espiritual. En 2001 decidió regresar al circo de la música con "Ten New Songs", pero no a las giras. Hace tres años, el artista acusó a su ex agente de haberse apropiado ilegalmente de más de 5 millones de dólares, un fondo que tenía reservado para su jubilación. La justicia le dio la razón, pero hasta la fecha no ha visto ni un dólar del dinero estafado. Paradójicamente, se especula que los problemas monetarios son la causa que le ha devuelto a la carretera en una gira por 14 países, sin duda una bendición para esa legión de fans, algunos de los cuales (los más jóvenes) conocen al cantante gracias a otros intérpretes, ya que se calcula que las canciones de Cohen cuentan con cerca de 1.300 versiones grabadas por otros artistas.