Costumbrismo e intriga en Irlanda de los años veinte

Lluís Vergés
Maó
En las organizaciones que están fuera de la ley, tanto si son políticas como criminales, la figura del delator es la más odiada. Una traición del soplón puede poner en peligro toda la estructura interna y llevar a mucha gente en la prisión. Este es el tema de la novela 'El delator', de Liam O'Flaherty (1896-1984) en la que seguimos los pasos de Gypo Nolan, un ex terrorista tan fuerte como falto de inteligencia que traiciona a un compañero de una organización revolucionaria irlandesa.
La novela está ambientada en los barrios bajos de Dublín, en los años posteriores a la guerra civil (1922-1923). Publicada en 1925, 'El delator' está considerada una de las mejores novelas de su autor y fue adaptada al cine con el mismo título por John Ford, que obtuvo gracias a ella el Oscar al mejor director, entre otros galardones de la Academia de Hollywood. Mezcla de novela costumbrista y de suspense, el libro de O'Flaherty es un retrato de una Irlanda católica en la que empiezan a prender las ideas revolucionarias comunistas que puestas en boca de algunos de los personaje suenan hoy a retórica vacía.
Acosado por el hambre y la desesperación Gypo Nolan decide traicionar a su amigo McPhillip que ha regresado a Dublín tras su huída a raíz de un asesinato político. La delación supondrá para él 20 libras (de las de antes) en pagarés del tesoro y para McPhillip ser acribillado a tiros por la Policía. Pero también implicará un sentimiento de culpa y persecución que refleja perfectamente Liam o'Flaherty en los capítulos iniciales de la novela. Nada más salir de comisaría, el delator entra en una calle oscura que, a primera vista parecía desierta. "Gypo estaba agazapado en el portal de una casucha abandonada, atisbando la oscuridad con sus ojillos inquietos, cuando oyó una pisada. Sorprendido, dio un respingo. Esa pisada humana era el primer sonido, procedente de uno de sus semejantes, al que prestaba atención desde que se había convertido en un delator... y un proscrito. Su instinto le hizo sentirse amenazado, como si el paso fuese una prueba de que alguien le estaba siguiendo. ¿Qué extraño! En apenas noventa minutos, un sonido tan corriente como el de un paso humano se había convertido, por un siniestro milagro, en una amenaza".
En su caótica huída, el protagonista se cruza con algunas prostitutas con las que ha compartido cama en alguna ocasión y con otros personajes de los bajos fondos. Entra en numerosas tabernas donde se va emborrachando y perdiendo la cabeza. También decide dar el pésame a la familia de su propia víctima a fin de no despertar sospechas.
Sin embargo, al delator le queman las veinte libras en el bolsillo y va exhibiendo su dinero por allí donde pasa. Teniendo en cuenta que hasta entonces estaba viviendo de la asistencia social, el delator comienza a ser el sospechoso número del crimen para los miembros de la banda que no pueden perdonar que una delación que impune.
Uno de los revolucionarios se encargará de seguir a Gypo y la novela cobra una nueva intensidad gracias al suspense.
El mordaz retrato del jefe de los terroristas, un hombre fanático que sólo vive para y por el éxito de la revolución es otro de los aciertos de esta 'thriller' que el gran poeta irlandés W.B. Yeats calificó de gran novela, "tan rebosante e vida que no resulta terrible, pese a su tema".