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Raquel Marqués
Alaior

Se topó con el grabado por casualidad, uno de esos tropiezos de la vida que sorprenden gratamente y que con los años le llevó a trasladar su residencia a Menorca. La relación de Natalia Tamayo (Bogotá, 1974) y el arte comenzó de manera curiosa. A principios de los noventa salió de su Colombia natal para estudiar inglés en Estados Unidos. Entonces una de sus mayores ilusiones era labrarse un futuro en el campo de la animación, pero por rocambolesco que parezca, la derrota de Colombia frente a Estados Unidos en el Mundial 94 cambió el rumbo de sus planes académicos. "Regresaba a casa en tren y estaba tan triste que una mujer se me acercó a preguntarme qué me pasaba. Entablamos conversación, le enseñé el cuaderno de apuntes con mis dibujos que siempre llevo conmigo y ella y la gente con la que iba me hablaron de la Art Students League of New York, una escuela muy especial donde acabé ingresando", explica.

El azar llevó a Tamayo a beneficiarse de una docencia, dice, "basada en la importancia del dibujo como defensa de una estructura sólida de las artes plásticas". Allí, primero se adentró en el dibujo anatómico, luego en la escultura y después en el dibujo expresionista mediante el que comenzó a desarrollar una línea propia. Es en esta misma escuela donde el grabado la cautiva por completo. "Siempre he sido muy dispersa en todas las cosas que hago y ésta es la única disciplina que ha logrado organizarme tanto física como mentalmente. A partir del grabado es cuando empiezo a entender cómo trabajar de una forma más metódica y serena".

Hoy Natalia Tamayo forma parte del equipo humano que impulsa el Centre Internacional de Gravat Xalubinia-Menorca junto a los también profesores Pere Pons y José María Cáceres. "Me establecí en la Isla hace un año, aunque con anterioridad, en 2007, ya participé en una colectiva en Alaior", comenta. Ella y su compañero, José María Cáceres, contactaron con Pere Pons en Granada, desde donde decidieron sumarse al proyecto de abrir un centro de grabado en Menorca. "Nuestra idea era inspirarnos en la escuela de Nueva York donde ambos nos conocimos, haciendo que gente de diferentes países se encontraran, compartieran y entendieran la cultura de otros países y se sensibilizaran al respecto", aclara. En este sentido, afirma, sus propósitos acabaron por confluir con los del artista menorquín Pere Pons, quien a principios de los noventa fundó junto a Ángel Ramazzi el Taller Xalubinia.

Actualmente su sede insular en la Escola des Ramal d'Alaior está pendiente de una reforma tras la que contarán con un espacio definitivo. "Comenzamos el pasado verano y por aquí ya han pasado 160 alumnos", indica Tamayo, a quien le maravilló la acogida del centro entre el público menorquín. Explicar una técnica de la que el espectador acostumbra a ver sólo el resultado final no es tarea fácil. "En mi caso siempre he trabajado el grabado a partir de planchas de cobre puesto que es un material mucho más noble que el latón y se comporta de una forma muy particular, pero su precio se ha encarecido y he tenido que pasarme al latón". La artista explica cómo esta disciplina viene a ser como un laboratorio químico. "Es el producto de la relación entre el metal, la grasa que lo protege del ácido y el propio ácido. Y una vez que consigues lo que nosotros llamamos la "mordida" lo pasas por el torno para comenzar el proceso de estampación".

En el transcurso de su trayectoria -donde aún no ha descartado la idea de experimentar en el campo de la animación-, sus referentes han sido bien diversos. Admira profundamente a Paul Klee, por su delicadeza y belleza y por el modo que tenía de vivir el arte; a Vermeer por la importancia de los colores y la luz, por su ambiente cálido y sereno; a Goya, del que sacó partido mientras estudiaba grabado, o Rufino Tamayo "porque marcó su propio camino al margen de la corriente de su tiempo".
A Natalia Tamayo le inspira la vida cotidiana. A veces el entorno, otras los estados de ánimo, las emociones que percibe, lo que le duele, lo que le alegra... La figura sigue siendo importante en su obra, pero no ha hecho de ella un discurso monográfico. El caballo, por su forma y nobleza, es una de sus pasiones que también refleja mediante el grabado. "Galopar es lo más parecido a volar que he sentido jamás", señala, y añade cómo a la hora de crear e inspirarse "son importantes los recuerdos, la memoria, las cosas que le suceden a uno mismo...".


Exposición en Maó i Ciutadella

"Variacions de Taller. III Exposició Internacional de Gravat Xalubinia-Menorca" es el título de la muestra que se inaugurará el próximo día 29 en la sala municipal de exposiciones El Roser de Ciutadella. Una colección que reúne 51 grabados de artistas de 17 nacionalidades diferentes (Japón, Francia, Estados Unidos, Puerto Rico, Uruguay, Colombia, Italia...). Obras entre las que se encuentran las de Pacífic Camps, Xavier Salvador, Natalia Tamayo, Pere Pons, José María Cáceres, Marcel Villier o Mitico Shiraiva, entre otros. Nueve de estas creaciones son grabados de la colección del Consell cedidos para la ocasión y entre los que se halla la obra de Matías Quetglas. Asimismo se expondrá también un grabado de Goya. La muestra, comisariada por el propio Centre Internacional de Gravat, permanecerá abierta en Ciutadella hasta el 27 de junio. Luego itinerará en el Museu de Menorca de Maó desde el 3 hasta el 31 de julio.

Més informació a:www.centredegravat.cat