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Raquel Marqués
Ciutadella

Retoma varias líneas de trabajo que ya había experimentado con anterioridad. Marianela Gallardo (Patagonia, 1975), las manipula, las retuerce, las vive y acto seguido del fondo surge la figura. La óptica de la pintora argentina se sustenta en la percepción. Tal cual palpa el mundo, tal cual lo plasma. Estos días expone en la galería Vidrart de Ciutadella "Desde el pie hasta el alma", un ejercicio que tiene mucho que ver con el misterio de la vida.
De nuevo, se sirve de su dominio de la figura humana para representar un explosivo conjunto entre lo racional y lo emocional. Trazos con los que se atreve a acometer técnicas como el puntillismo. Creaciones a color, en blanco y negro o sepia con las que conecta el mundo interior y el exterior.

En esta colección también bebe de la poética, rinde homenaje al desaparecido Mario Benedetti. Su código para ello es -por su cercanía- la belleza de la mujer, sus sentimientos, sus pasiones..., todo ello como intento de aproximación a los que muchos llaman inteligencia suprema. Lienzos que representan también a la pareja como espejo de unión y armonía. Historias que en el pincel de Marianela se tornan mágicas. Cuerpos instantes antes de la acción, movimientos que causan la sensación real de volar por los aires, letras, texturas, relieves...

Habla la autora de la irremediable influencia de los maestros. Picasso, Miguel Ángel o Toulouse- Lautrec, ninguno escapa a su revisión. "Los pintores a lo largo de la Historia somos como una gran familia, se salpican entre ellos de generación en generación", dice. A Van Gogh le reserva una evocación aparte. Un par de botas cuelgan del techo de la galería y a la usanza de las botas del campesino del holandés descubre la identidad del caminante.

"Desde el pie hasta el alma".
Hasta el 23 de julio en la galería Vidrart de Ciutadella.
www.vidrart.net