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Apenas una semana ha durado la tregua de los mercados a las medidas adoptadas por los países de la zona euro. El miedo ha vuelto y nadie sabe por cuanto tiempo se instalará entre nosotros. El resultado de esta desconfianza tiene varias razones. Las dificultades de pago de las que sigue dando muestras Grecia y las posibilidades de que se extienda a otros países como España, las previsiones de bajo crecimiento para la eurozona y, muy especialmente en el caso de España, el riesgo de deflación, una vez conocido el dato de inflación subyacente del mes de abril, negativo por primera vez.

MADRID, 15 (OTR/PRESS)

Apenas una semana ha durado la tregua de los mercados a las medidas adoptadas por los países de la zona euro. El miedo ha vuelto y nadie sabe por cuanto tiempo se instalará entre nosotros. El resultado de esta desconfianza tiene varias razones. Las dificultades de pago de las que sigue dando muestras Grecia y las posibilidades de que se extienda a otros países como España, las previsiones de bajo crecimiento para la eurozona y, muy especialmente en el caso de España, el riesgo de deflación, una vez conocido el dato de inflación subyacente del mes de abril, negativo por primera vez.

Todo esto provocó que el viernes el IBEX sufriera la mayor caída desde octubre de 2008. El selectivo español cerró muy poco por encima de los 9.300 puntos con los bancos como grandes castigados. Y en cuanto al euro, los ataques no cesaron y la divisa europea se fue hasta los 1,23 dólares. La situación económica es muy complicada y los mercados entienden que el plan de recortes presentado por Zapatero y que el Gobierno ha sido incapaz de aprobar el pasado consejo de ministros, no va en la buena dirección sobre todo porque ha dejado fuera asuntos tan relevantes como la reforma laboral o de las pensiones. Y no hace falta ser muy experto para darse cuenta de que los recortes de gasto público son esenciales, aunque no necesariamente en las partidas previstas por el Gobierno, pero que si no se toman medidas para generar actividad y empleo, a la postre ingresos públicos, el esfuerzo será baldío. Hay que tener en cuenta que una de las partidas más costosas del presupuesto es, junto a los intereses de la deuda, el pago del desempleo. España tiene que parar la sangría del paro y sobre esto no hay nada en las medidas anunciadas por Zapatero.

El Gobierno ha iniciado un recorrido para explicar sus recortes, pero una parte importante de la sociedad y sobre todo muchos analistas y expertos avisan de que son insuficientes y algunas equivocadas como la posible subida de impuestos. Así que los inversores muy probablemente seguirán castigando a los mercados. Y no nos vale el mensaje de que son los especuladores, los inversores a corto, los que están provocando las caídas. Son la desconfianza en las medidas y sobre todo en el presidente Zapatero que ya no tiene en absoluto credibilidad ni apoyos. Es un clamor entre la oposición la necesidad de que Zapatero convoque elecciones anticipadas o que se someta a una cuestión de confianza que de perderla llevaría a la convocatoria de elecciones. Está en juego la credibilidad de España. El presidente, que apeló al patriotismo de Rajoy el miércoles en el Congreso, debería darse cuenta de que en este momento lo más patriótico sería que él se fuera y diera paso a savia nueva que aprobara en tiempo récord las reformas que la economía española necesita y que no pueden demorarse ni un día más.