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La visión del frío, rotundo y grisáceo muro de la cárcel que se construye junto a la carretera que une Maó con Sant Lluís se pretende ocultar desde hace unos días con una incipiente cubierta vegetal. Algunos cipreses, pinos y tamarindos aportan tímidas tonalidades verdes a la carcelaria pantalla monocolor. Ahora sólo cabe esperar que, a pesar del riego por goteo, el abrasador sol que nos acompaña este julio y el que seguro nos escoltará inmisericorde en agosto no termine por languidecer el espejismo.