TW
0

Conocí a Álex un sábado por la noche de principios de febrero. Preparaba unos coctels y chupitos muy buenos. Lo hacía con mimo, con gusto y con la firme voluntad de dar un buen servicio. Animaba la barra y también la pista cuando pasaba con la bandeja invitando a sus clientes, muy atento al ambiente que se iba creando en la discoteca. Tuve ocasión de hablar un poco con él. Álex creía que era posible compatibilizar la marcha nocturna con el descanso vecinal. Estaba ilusionado con la nueva etapa que iniciaba Tonic, convencido de que ampliaba la monótona por escasa oferta de ocio en la zona de Levante y presumía de que desde la reapertura no había habido ningún incidente. Solo han pasado un par de meses y puedo imaginar que Álex se sentirá francamente defraudado. Enredada en una maraña judicial y acosada por las quejas vecinales, Tonic se prepara para un fin de semana complicado. El Ayuntamiento ha decretado una orden de cierre por considerar que carece de licencia de reapertura y los propietarios han anunciado que no piensan acatarla por considerar que lo tienen todo en regla. La Justicia volverá a tener la palabra pero no conseguirá disipar la duda de cuántos proyectos acaban fracasando en Menorca sin haberse desarrollado apenas por la falta de entendimiento entre los actores implicados.