Fernando Blanco, junto a su hija y el presidente del Menorca Bàsquet, Benito Reynés, el 30-1-2011 | Javier Coll

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Fernando Blanco Botana, investigado por posible estafa en la recogida de fondos para sufragar la supuesta cura de su hija, Nadia, que sufre una enfermedad de origen genético, logró rehacer su vida en Menorca tras descubrirse la apropiación indebida de al menos 120.000 euros, y estafa documental que cometió en una empresa distribuidora de refrescos de la que fue su delegado entre 1994 y 1997.

Hasta la celebración del juicio, en 2001, que le condenó a cuatro años y diez meses de prisión, Blanco Botana desempeñó varios empleos que le permitieron mantener un elevado aunque sospechoso nivel de vida porque sus ingresos no parecían tan elevados como para seguirlo. Ejerció como recepcionista de un hotel de Punta Prima, fue corredor de seguros en la compañía Mapfre e incluso delegado de la compañía Ocaso en la Isla. También llegó a crear una sociedad relacionada con su trabajo anterior que habría dejado cuantiosas deudas, y fue comercial de productos financieros de dudoso resultado.

Personas que lo trataron en la Isla explican que «tenía tanta inventiva, tanta agilidad para responder a una mentira con otra, que era un embaucador nato, y también valía como comercial por esa misma labia».

En la Isla Fernando Blanco frecuentaba varios bares de Maó, Sant Lluís, Sant Climent y Es Castell, en muchos casos, debido a la relación que mantenía con los que eran sus clientes mientras trabajaba en la distribuidora de bebidas. En Menorca se le veía al volante de un Toyota Supra Coupé, de perfil deportivo, y en otras épocas con un Suzuki y un Alfa Romeo, que según algunos de sus conocidos, le fue embargado porque no pagaba las cuotas que le correspondían.

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Residió en un chalé en Binibèquer y en una casa en Llucmaçanes, en ambos casos de alquiler. Al menos en ésta última vivienda, cuyo contrato estaba a nombre de la que entonces era su pareja, no dejó ningún pago pendiente.

Su mayor afición, recuerdan algunos conocidos, era vivir bien, «y los viajes con todas las comodidades». Otros señalan que «en los grandes almacenes de las ciudades le ponían la alfombra en los pies por lo que era capaz de gastarse allí en una tarde», explican.

Cuando ya residía en Mallorca tras sus paso por la prisión de Palma, impulsó campañas de recaudación para la cura de su hija también en Menorca. El 30 de enero de 2011 el Menorca Bàsquet le prestó su ayuda como plataforma de difusión en un partido ante el Joventut de Badalona.

Fernando Blanco ha admitido que la historia sobre la enfermedad de su hija ha incluido exageraciones, ha anunciado que devolverá el total de las aportaciones-donaciones realizadas, pidiendo al banco el certificado de ellas. Este miércoles ofrecerá una rueda de prensa «para dar las explicaciones oportunas y necesarias», según dijo el lunes.