Una de las dos habitaciones que quedó devastada por la densa humareda. | P.G.

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Eran las 2.15 de la madrugada del pasado miércoles cuando Gabriel Palomo escuchó un ruido al que siguió una detonación en su casa de la Avinguda Josep Anselm Clavé, de Maó. Era la explosión del deshumidificador que estaba en la planta superior donde duermen sus dos hijas, y que había comenzado a arder. Ese ruido alertó a las menores y a sus padres, «porque si no llega a ser por la explosión, quizás no lo contamos». Se refiere el progenitor a que las niñas podían haber sido víctimas de la inhalación de humo cuando estaban dormidas.

«Yo pensé que era alguien que intentaba entrar en casa», explica. Al ruido le siguieron los gritos de una de las menores, de 11 años, aterrorizada por el humo y el incendio del aparato eléctrico, por lo que el hombre corrió escalares arriba y al ver una luz intensa advirtió que había fuego.

Una de las dos habitaciones que quedó devastada por la densa humareda.
El descansillo donde se incendió el deshumidificador, a la derecha.

Habló con su hija y cortó la corriente pero una vez arriba, «cuando la buscaba me ahogué por el humo ya que soy asmático; no se veía nada desde 30 centímetros del suelo hacia arriba». Desde el descansillo de la planta el padre indicó a su hija que se pusiera junto a la ventana abierta, y a tientas consiguió agarrarla para bajar al piso inferior donde la madre ya había contactado con Emergencias.

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Mientras tanto, la otra menor, de 15 años de edad, había actuado con serenidad. El deshumidificador, situado junto a su puerta, le impedía salir por el humo y las llamas, que además se extendieron a otro aparato idéntico y a un tendedero de plástico. «Mi hija cogió el edredón para tapar la parte baja de la puerta e impedir que el humo penetrara más en su cuarto, y se dirigió a la ventana».

El titular de la casa, en la escalera que lleva al piso siniestrado.

La Policía Local, que fue la primera en llegar, atendió al cabeza de familia cuando la hija menor ya estaba a salvo. Él había intentado apagar el fuego con agua, provocando más humo, y fueron los policías los que lo extinguieron con sus propios extintores. Tres de los cuatro miembros de la familia fueron acompañados al exterior de la casa, junto a la vecina del primer piso.

El padre, durante los momentos de gran tensión, quiso subir de nuevo en busca de su otra hija con la que se comunicaba desde la calle. Fue un policía nacional quien se protegió con su prenda superior para subir a rescatarla y sacarla de la habitación a oscuras. Ya en la primera planta otros agentes locales y nacionales se hicieron cargo de ella y la bajaron a la calle donde dos ambulancias atendieron a los cuatro integrantes de la familia durante una hora y los trasladaron al Hospital hasta que fueron dados de alta horas después.