Interior del Centro Penitenciario de Menorca. | Gemma Andreu

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Pedro García, funcionario de la cárcel de Menorca y coordinador en Menorca del sindicato de prisiones Tu Abandono Me Puede Matar, destaca que la lectura que ha de hacerse de las 256 quejas y/o denuncias de los internos no corresponde a cuestiones que incidan en el tratamiento que se les da sino en la variedad de escritos que pueden llegar a dirigir al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, una vez su petición no ha sido atendida en la prisión.

Pone como ejemplo que «una vez un preso recurrió al juez porque le denegaron una muñeca hinchable», y porque los hay que se dedican a presentar una tras otra por cualquier cosa. «Según la ley, es el procedimiento que tienen, dirigirse al juez, pero el nombre, en lugar de queja o denuncia, podría ser solicitud, por ejemplo», añade García.

Destaca el funcionario la estrecha colaboración en las diferentes áreas del centro en las que los funcionarios mantienen un clima de trabajo óptimo, «todos participan y trasmiten información para detectar conflictos y carencias en seguida lo que permite una rápida intervención para solucionarlos». Es por eso, afirma que «han bajado notablemente los conflictos por la buena coordinación que tenemos, y los reclusos están mejor preparados para no reincidir».

El coordinador del TAMPM quiere subrayar el esfuerzo de los funcionarios para que los condenados puedan realizar las medidas alternativas en un aula externa, «pese a las dificultades personales y materiales que tenemos». En este sentido reclama el aumento de plantilla porque «solo somos 90 funcionarios cuando deberíamos ser 120», lo que les obliga «a realizar el trabajo de dos personas muchas ocasiones».

Los funcionarios piden que se les considere agentes de autoridad y que la suya sea catalogada profesión de riesgo, «única forma para tener un mínimo respeto».

Las drogas en prisión

Un problema es el consumo de estupefacientes entre los internos y los conflictos adheridos, indica Pedro García, porque las drogas entran en la prisión. El personal hace un control intenso, en ocasiones con el apoyo de la unidad canina de la Guardia Civil, explica García, «y hemos conseguido reducirlo notablemente, pero este consumo ha existido siempre y existirá debido al perfil de muchos reclusos de esta cárcel».

El apunte

«No hay problemas pero los trámites para salir son muy lentos»

Samuel, nombre figurado, acumula dos estancias en la prisión de Menorca en los últimos años para cumplir sendas condenas. Explica que en la cárcel «no hay problemas si tienes un comportamiento correcto, y la mayoría lo tiene, la relación con los funcionarios y su trato humano es bueno».

Las quejas de los internos son, casi siempre, «porque aquí los trámites para obtener permisos y salir son muy lentos en comparación con otras prisiones, nos explica gente que conoce varias», por eso no es de extrañar, añade, «que los haya que pidan el traslado una y otra vez lo que puede explicar que haya tantas quejas al juez de Vigilancia Penitenciaria».
Algunos internos se quejan por las normas, por no poder entrar alimentos, por ejemplo, «pero es que lo único que se puede entrar es ropa».

La prisión menorquina está dividida en dos módulos cuyos internos no se relaciona entre si. «En el que estuve yo no hubo nunca ninguna situación conflictiva, en el otro en cambio, sí es posible que las tengan».

Relata que en el módulo de respeto, al contrario que en el módulo 2 «es obligado mantener la celda limpia, hacer la cama».Se intenta, explica Samuel, «que cojamos buenos hábitos para la vuelta a la sociedad».

En los espacios comunes hay que hablar con calma «y estamos obligados a ir a clase, al gimnasio, en definitiva, a hacer actividades y no estar todo el día sin hacer nada». Quizás, añade, «se podrían organizar más cursos».