Un ‘alaiorenc’ más. John confiesa sentirse muy integrado en la población en la que vive desde hace 16 años. | Javier Coll

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La ficha

Actualmente vive en...

— Alaior.

Llegó a Menorca...

— En 31 de mayo de 2002.

Profesión

— En su país dirigía una agencia publicitaria, actividad que cambió aquí por una empresa de servicios turísticos centrada en las excursiones y el senderismo.

Familia

— Está casado y tiene un hijo y una hija.

Su lugar favorito de la Isla es...

— Tiene muchos, pero se queda con un tramo del Barranc d'Algendar y Santa Àgueda.

Nada más cruzar el umbral de la puerta de la casa de John Devines ya se nota la influencia británica, con un retrato de David Bowie presidiendo, quien además suena en el piso de arriba cantando «Golden years». Su país sigue muy presente en la vida de John, pero se podría decir que no tanto como Menorca. Mientras prepara el té avisa, él no habla castellano, «muy poco, solo menorquín».

Probablemente sea el entrevistado con más acento local de la sección.

—Antes de 2002 ya teníamos una casa, y todavía la tenemos, en Na Macaret, que es como Alaior pero junto al mar. Allí hicimos muchos amigos y descubrimos que todos hablaban menorquín y no castellano. Entendimos rápidamente que si queríamos comunicarnos con la gente e integrarnos teníamos que aprender bien el idioma.

Entonces, su relación con Menorca ya había comenzado antes de 2002.

—Sí, tres o cuatro años antes habíamos comenzado a visitar la Isla.

Y en qué momento de su vida y por qué deciden abandonar su vida en Londres para instalarse en la Isla.

—En Londres teníamos una empresa con la que ganábamos bastante dinero, pero después de unos años trabajando en el negocio nos dimos cuenta de que eso no lo es todo, que es mejor disfrutar de la calidad de vida. Cuando compramos la casa de Na Macaret pasábamos en la Isla unas diez semanas al año, y al final lo que ocurrió es que Menorca me parecía más una casa que Londres. Cada vez que regresábamos a nuestro país lo encontrábamos un poco más triste. Al final le dije a mi mujer, «ya basta». Y aquí llevamos ya 16 años.

¿Qué es lo que más le gustó del lugar?

—Para mí la cosa más especial de Menorca es su gente. Tengo más buenos amigos en la Isla de los que he tenido en toda mi vida. Me considero una persona social y para mí la gente aquí es espectacular, muy amable. Alguna vez escuché que la gente de Alaior es muy cerrada, pero a mí nunca me lo ha parecido; siempre me he encontrado con muy buena gente. Aquí tengo los mejores amigos de mi vida, eso seguro.

Sin embargo, cambiar de una ciudad como Londres a una población como Alaior debe suponer un contraste grande.

—Creo que es más fácil el viaje en la dirección que lo hemos hecho nosotros y no en la otra. Para alguien de aquí sí que sería mucho más complicado adaptarse a la vida londinense. Venir a vivir a Menorca fue como un respiro, algo muy bueno.

Sus hijos, nacidos en Inglaterra pero crecidos aquí, ¿de dónde se sienten?

—Mi hijo llegó con cuatro años y comenzó sus estudios aquí. Mi hija era algo mayor, pero sea adaptó bien, ella se considera como una ciudadana del mundo, ha viajado a cerca de 70 países ya, le encanta; mientras que mi hijo, que no tiene recuerdos de Londres, sí que tiene más sentimiento inglés que ella, cuando teóricamente podría considerarse más menorquín.

Hace unas semanas, en un foro de una red social en el que participan muchos británicos, un usuario escribió que en su opinión a Maó le faltaba «un verdadero pub inglés», lo que encendió un interesante debate sobre la adaptación a la vida de la Isla.

—Sí, yo participo en esa comunidad. Yo no quiero hacer de juez, pero nuestro sueño era integrarnos en la sociedad menorquina. Pero claro, hay gente con diferentes gustos cuando cambia de país, pero nuestra opción era la de convivir en medio del pueblo. Si voy a la frutería, que está al final de la calle en la que vivo, a 30 metros, puedo tardar media hora (risas), me encanta charlar con la gente. Lo de los ingleses que viven en los guetos (pausa)… A mí me gusta un buen pub inglés, me encanta, pero de esos ya tenemos muchos en Inglaterra. También me gusta mucho el modelo de bar español.

Veo que para integrarse socialmente no han tenido problema alguno. ¿Qué me dice del plano laboral?

—En principio vinimos aquí con la idea de jubilarnos, o al menos tomarnos unos cuantos años de descanso. Como ya comenté antes los negocios nos habían ido bastante bien en Londres, ganamos el dinero suficiente para vivir unos años sin trabajar. Queríamos disfrutar de ver crecer a nuestros hijos aquí y vivir sin el estrés laboral que teníamos en Inglaterra. Pero lo que ocurrió es que al cabo de dos años descubrimos que nos aburríamos un poco. Así, que una tarde, tomando unos vinos, dijimos, «tenemos que hacer algo».

Y la idea fue montar una empresa turística.

—Efectivamente. Pensamos muchas otras cosas, pero las descartamos. Al final nos dimos cuenta de que los que nos encantaba era disfrutar de las excursiones, era algo que hacíamos por gusto. Así, que decidimos que podría ser una buena idea trabajar en algo relacionado con lo que disfrutábamos tanto.

Sin embargo, se decantaron por una empresa turística con algunas peculiaridades. Ofrecen algunos productos diferentes, como por ejemplo viajes a Menorca para disfrutar de la pintura.

—Sí que lo hacemos. La gente busca cosas diferentes. Ya hemos visto cómo está la Isla en julio y agosto, llena; nuestra temporada es abril, mayo, junio, septiembre, octubre y Navidad… Cuando Menorca necesita el negocio. Es una época mejor para todo, el campo está verde, hay flores, menos gente y es más fácil encontrar plaza en hoteles y restaurantes.

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Sin embargo, no son los mejores meses para la conexiones aéreas.

—Sí, eso es un problema, por eso algunos meses trabajamos también en Mallorca, y dos semanas al año en Eivissa. Pero cuando podemos trabajar en Menorca lo preferimos, no hay como volver a la casa propia después de una jornada laboral, la habitación de un hotel no es lo mismo.

Y aquí, ¿en qué centran su oferta?

—Nuestro gancho es el Camí de Cavalls. Pero también trabajamos mucho con los caminos interiores. Trabajo con un grupo de turistas que quieren hacer el Camí de Cavalls entero durante visitas repartidas en cuatro años. También tengo grupos de gente mayor, de incluso 70 y 80 años, personas con ganas de hacer muchas cosas.

Y tengo entendido que también ofrecen servicios para solteros, ¿cierto?

—Sí, generalmente gente mayor, no jóvenes tipo Magaluf (risas). Es curioso, porque nos hacemos viejos, pero el fuego no se apaga (risas). Cerca del 60 por ciento de nuestro negocio viene de las actividades organizadas para solteros. Es un servicio que hemos aprovechado mucho, y ya hemos tenido hasta dos bodas.

¿Qué tiene Menorca que gusta tanto a los clientes británico?

—Si has estado en Inglaterra habrás visto que el campo es parecido. Yo creo que hay una conexión entre Menorca e Inglaterra, no sé por qué, pero la hay.

Menorca es su Isla favorita de Balears, pero a ¿cuál ve más posibilidades de futuro?

—La que tiene más potencial sigue siendo Mallorca, tiene costa, montaña, pueblos y rincones como aquí, para ganar dinero es el lugar; pero para disfrutar, mejor Menorca.

¿Qué es lo que menos le gusta de la vida menorquina?

—La resistencia al cambio, es lo único, y no considero que sea una cosa seria.

¿Solo trabaja con el mercado británico?

—Sí, de vez en cuando tenemos clientes que no, como de Canadá o incluso Australia. Me apetece comenzar a trabajar también con el mercado alemán. Ahora no tenemos problemas para traer gente, el negocio está establecido y estable. Nosotros no trabajamos con agencias, lo hacemos directamente.

¿Cree que el tema del Brexit le puede afectar?

—Mala pregunta. Es un tema que me enfada mucho (risas). Es como si un pavo votara a favor de la Navidad (risas). Económicamente nos va a perjudicar. Tengo amigos ingleses con negocios aquí que dicen que no pasa nada, pero sí que pasa; el inglés que viene con menos dinero al cambiar la moneda, gastará menos.

¿Qué es lo que echa de menos del país?

—¡Ésta es fácil! Un buen curry, Eso y mi equipo de fútbol, de segunda A, que podría subir este año a la Premier, aunque creo que no lo conseguirá, el Millwall. Es una pasión y una tradición de mi familia; yo nací a 200 metros del campo.

Veo que es futbolero y este año toca mundial. ¿Cómo ve a Inglaterra?

—La ventaja de ser seguidor de la selección inglesa es que si vas a Rusia solo necesitarás dinero para estar una semana (risas).

No le veo muy optimista.

—Cuando nos eliminan, luego voy con España. Creo que este año ganarán el mundial; como mínimo llegará a la final.