Muestra de un rotifero y un ciliado

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Hace cerca de 50 años que los observa, los admira y con los que se emociona. Siente pasión por lo que ha bautizado como «microaliens», unos seres microscópicos reales que viven en el medio ambiente acuoso y que «superan cualquier fantasía imaginable, con formas y funciones increíbles». Podrían ser fruto de la imaginación más desbordada, pero no lo son. Son reales.

Así habla del microplancton el aficionado Miguel Huguet Casalí, un migjorner residente en Maó quien los ha ido fotografiando y filmando con gran paciencia y un buen equipo microscópico.

Estos microorganismos, de origen animal (zooplancton) o vegetal (fitoplancton) son imperceptibles a ojo desnudo. Tienen menos de un milímetro, pero cuando se les observa a través de un microscopio, ofrecen movimientos, formas y colores difíciles de imaginar.

Miguel Huguet, pasando la red para recoger «microaliens».
Miguel Huguet, pasando la red para recoger «microaliens».

Huguet recuerda que tenía en torno a seis años de edad cuando ya solía negarse a comer si «mi padre no me contaba historias de bichos pequeños». Y esa impronta se ha mantenido toda su vida. «Vete a saber de dónde me viene», agrega. Cuando se casó, su mujer le propuso trasladarse a Barcelona para que estudiara Biología. Y aunque no llegaron a marcharse, Huguet se compró un microscopio con el que ha visto cumplida su pasión por el microplancton.

Para lograr esta observación, Huguet apunta a paciencia y tecnología, en especial, equipamiento microscópico y técnicas idóneas, además de equipamiento de fotofilmación específico. Para el trabajo de campo, explica que si la recogida de muestras se realiza en el mar, con embarcación a motor, arrastra una red para plancton, adecuado al tamaño de la pesca que se espera hacer. Suele ser de tela fina especial, con orificios de entre 25 y 50 micras. Pero también hace trabajo de campo andando por la orilla, si es posible con una pértiga que mantenga la red a cierta distancia de la misma, igual que para la recogida en charcas de agua dulce. Y también, si el lugar lo permite, se realiza la extracción por bombeo. Y apunta que siempre procura no concentrar en exceso los organismos, no abusando del tiempo de arrastre o de bombeo, con el fin de que no sucumban por la falta de oxígeno o por aplastamiento. Ya que, tras observarlos, los devuelve a su medio.

Huguet Casalí apunta que lo importante para él es «admirar, lo veo más como mi forma personal de rezar».

El microplancton es la base de las cadenas tróficas, «son la base de la vida», asevera. «Si aceptamos que para amar algo o alguien es fundamental conocerlo lo mejor posible, conocer estos microorganismos, los microaliens, puede ser motivación extra importante para querer cuidar con mayor decisión la naturaleza». De ahí que además de admirarlos, anhela su divulgación.