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Las limitaciones para evitar la propagación de la pandemia marcan este año en Menorca los actos y oficios de la Semana Santa que han dado comienzo con el Domingo de Ramos.

A diferencia del año pasado, cuando se había suspendido el culto, el Obispado insta a los menorquines a cumplir el aforo del 50 por ciento autorizado en el interior de los templos y recuerda que las manifestaciones exteriores, como las procesiones, han sido canceladas.

La entrada de Jesús de Nazaret en Jerusalén centró el contenido de las celebraciones litúrgicas del sexto domingo de Cuaresma en los tres arciprestazgos de la Isla que incluyeron la bendición de ramas y palmos.

Aclamado y después ejecutado

En la Catedral de Menorca presidió la Eucaristía el obispo Francesc Conesa. En la homilía, el prelado comentó e interpretó el abandono que «Jesús siente en el momento de su muerte, tanto por parte de los hombres como del mismo Dios». Explicó que «Jesús es abandonado, en primer lugar, por los hombres».

«Llama mucho la atención que la misma multitud que el Domingo de Ramos le aclama como el que viene en nombre del Señor, poco después pida su ejecución», explicó el pastor de la Diócesis.

Porque quienes habían escuchado el mensaje extraordinario de las bienaventuranzas y habían visto los milagros que realizaba Jesús, «ahora se ponen de parte de las autoridades judías en su afán por vengarse del aquel nazareno molesto, que hablaba de Dios como padre de todos y predicaba un mensaje de amor».

Según Francesc Conesa, teólogo y filósofo, «el dolor que sintió Jesús debió ser inmenso» y subrayó que «es la frustración de Dios ante una criatura que rechaza su amor y, abusando de su libertad, decide acabar con él».

También le abandonan Judas y Pedro. Esta soledad se hace más dura en la cruz cuando Jesús exclama «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

El miércoles se celebrará la Misa Crismal, con la bendición de los óleos y la renovación de las promesas sacerdotales.