La artista ha dado forma a una obra de grandes dimensiones a través de la suma de fotografías de numerosos elementos | Katerina Pu

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«El Jardín de las Delicias» no es una exposición al uso. Estamos ante una muestra que exhibe una única obra, impactante por sus dimensiones (6 x 4,5 metros) e innovadora por su características técnicas, ya que está compuesta por centenares de imágenes científicas del campo de la biomedicina que estudian con el microscopio diferentes episodios y estados vitales. Una composición que firma la artista Anna Rierola (Barcelona, 1969) y que deslumbra nada más cruzar el umbral del Espai Sant Josep de Ciutadella. El «lugar perfecto», una antigua iglesia gótica, para exhibir «un retablo contemporáneo», defiende la autora, que por primera vez expone en la Isla con un discurso que combina el arte con la ciencia.

Un proyecto que se ha forjado a fuego lento, ya que comenzó a gestarse en 2017 durante la residencia artística de Rierola en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona. Su obra se puede definir como una inmersión en el mundo de la imagen científica de la mano de la estrecha relación que ha mantenido con expertos y centros de investigación en todo el mundo que le han dado acceso para la selección y comprensión de imágenes realizadas con todo tipo de técnicas e instrumentos.

Rierola expone por primera vez en la Isla con un proyecto que está dividido en dos partes | Katerina Pu

El resultado llega al espectador a través de un método conocido como caja de luz, con una superficie de látex sobre la que conviven las diferentes imágenes que se proyectan gracias a la retroiluminación LED. Tomando como inspiración la archiconocida obra de El Bosco que da nombre a la muestra, reúne «un conjunto de imágenes que tienen que ver con el desarrollo de la vida y en el que se reflejan los procesos vitales». Desde moléculas y células hasta diferentes órganos protagonizan una composición que «resulta en el jardín de la vida», resume su creadora.

Rierola ahonda en la idea de que todos los seres vivos están compuestos de sistemas interdependientes que trabajan juntos para crear un todo unificado. «Me interesa mucho mostrar la naturaleza y los procesos biológicos, algo que nos puede enseñar mucho», continúa, y en cuyo proceso ha descubierto «un patrón fundamental, que la vida está formada por una red, algo que implica cooperación, conexión y comunicación». Cuando esos tres elementos coinciden, todo fluye, y eso es lo que representa la obra que acoge actualmente el Espai Josep, que representa el edén.

Ese lugar idílico, que se expondrá durante el mes de julio, es el centro de una trilogía que arrancó con un retablo que surgía «de célula como unidad de vida». Tras el paraíso, «una metáfora de la vida como un ecosistema estable en donde conviven las diferentes especies, interconectadas pero también independientes», el espacio expositivo de Ciutadella, dará paso en agosto a la obra que completa el proyecto, y que habla de cuando ese equilibrio desaparece para dar paso «a la enfermedad y la muerte, y eso es lo que se refleja en el infierno».

El apunte

De lo diminuto a la inmensidad: reflejo de la complejidad del mundo

La obra creada por la artista catalana invita a ser disfrutada a través de un proceso inmersivo, en la oscuridad, con la única luz que desprende la pieza central mientras se escuchan sonidos relacionados con la naturaleza. Una invitación a que el espectador se adentre «en el misterio de la vida, a admirarla, observarla y reflexionar sobre los funcionamientos básicos de la biología». Una composición que, en definitiva, habla de cómo el equilibrio y el desequilibrio se reflejan en el mundo y la sociedad. Y es que Rierola hace aflorar «universos aparentemente invisibles» para focalizar la mirada «en la complejidad del mundo», un planteamiento que confronta la vinculación entre lo diminuto y la inmensidad.