El Recinte Firal des Mercadal ha acogido en dos jornadas consecutivas el que a buen seguro es uno de los espectáculos más ambiciosos de la agenda estival, un montaje que ha llevado un año de trabajo | Gemma Andreu

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Sabemos de la afición de la Banda des Mercadal por apostar a lo grande en sus espectáculos estivales. Basta con echar una mirada atrás para comprobarlo («Chicago», «Tarzán», «Mamma Mia», «Los Miserables...»), pero nunca antes habían afrontado uno tan ambicioso como el que estrenaron la noche del pasado miércoles en el recinto ferial del municipio, «Hakuna Matata». Una propuesta que había levantado una gran expectación y que propició que las 5.000 entradas para las dos funciones (este jueves se celebró la segunda) prácticamente volaran.

Con los mimbres que contaba el montaje, era complicado que la cosa saliera mal. Por un lado, una banda sonora tan potente como la de la película de Disney «El Rey León», una agrupación que conjuga a la perfección el papel de los músicos más jóvenes con los experimentados y las voces de una de las formaciones con más gancho de la Isla, Moments a Cor. Y a eso hay que sumar un excelente trabajo en el diseño de vestuario, el papel de los solistas y también de las bailarinas.

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El pequeño Simba junto a Zazú, el mayordomo del Rey Mufasa (derecha), interpretando una de las melodías | Gemma Andreu

Un cóctel perfecto que es sin duda una justa recompensa a un proyecto que supone un trabajo inmenso. Un año de ensayos y un mes para montar el escenario. Pero en realidad, estamos hablando de un espectáculo cuya semilla hay que buscarla más atrás en el tiempo, en 2019. La pandemia lo puso en pausa, pero a la postre permitió que continuara cogiendo poco a poco más cuerpo. Al final, el ‘rugido’ de «Hakuna Matata» fue espectacular.

El público pudo disfrutar durante algo más de una hora y media de las 19 composiciones que conformaron el repertorio, que tomó forma a través de una mezcla de las canciones de la banda sonora de la película y las de la adaptación para el musical. Melodías en su mayoría más que reconocibles para el gran público.

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Las hienas se encargaron de protagonizar el momento más rock del espectáculo | Gemma Andreu

Un espectacular arranque con la archiconocida estrofa que reza «Nants ingonyama bagithi Baba...» junto a «El ciclo de la vida» marcaron el inicio de una noche de ritmo, luz y color, y también algún sobresalto. Especialmente cuando a mitad de otro de los grandes hits, «Voy a ser el Rey León», el recinto se quedó a oscuras durante apenas un minuto por un problema eléctrico. Afortunadamente, el ritmo se recuperó sin dificultad acompañado por la que fue una de las grandes ovaciones de la noche.

La otra, como era de esperar, fue tras abordar la canción que da título al espectáculo, durante la que cientos de personas no evitaron caer en la tentación de sacar el teléfono móvil para inmortalizar el momento. Y así, la noche fue avanzando al ritmo que marca la película, reproducida parcialmente a través de una pantalla en el escenario para contextualizar la historia.

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En lo que se refiere a los medios técnicos, la iluminación jugó también un papel importante e impactante. Si la producción hubiera contado con más medios, lo ideal hubiera sido contar con otra pantalla gigante que hubiera permitido al público disfrutar de  los ricos detalles de la puesta en escena, con un trabajado vestuario y atractivas coreografías, elementos que quedaron algo lejanos para aproximadamente la mitad del aforo.

Pero hay que tener en cuenta que estamos hablando de un montaje que, tal y como reconoce el director de la banda, Litus Arguimbau, se hace prácticamente «por amor al arte». Y eso, en los tiempos que corren, es muy de agradecer. No hay que olvidarse de que los espectáculos de la banda hasta la fecha salía a pérdidas, razón por la que este año se ha apostado por primera vez por cobrar una entrada para cubrir gastos. Un presupuesto que ayuda a cuadrar el servicio de bar (donde parece que se originó el cortocircuito que provocó el breve apagón) y cuya capacidad de despachar, a la vista de las largas colas que se formaron, se quedó corta la primera noche.

Tras abordar un apoteósico final (que luego redondearon con un bis que consistió en repetir la última pieza del repertorio), llegó el momento de los agradecimientos. Lo primero que dijo Arguimbau fue «al final, menuda la que hemos liado» y reconoció que había sido un placer trabajar con un «equipo artístico tan grande». La directora de Moments a Cor, Elsa Perches, le siguió y también se deshizo en elogios hacia todos los participantes. Cerró los parlamentos el nuevo alcalde del Ayuntamiento, Joan Palliser, quien aprovechó para invitar a vecinos a visitantes a disfrutar de las fiestas que ya se comienzan a respirar en el municipio. La música volvió a sonar unos minutos recuperando su ciclo vital antes de cerrar una velada para el recuerdo.

El apunte

Un espectáculo a lo grande con más de doscientas personas sobre el escenario

Probablemente estemos ante el espectáculo que más público logre reunir este verano en la Isla, ya que no es fácil congregar a 2.500 personas y repetir al día siguiente con el mismo volumen. Tampoco parece previsible que se consiga juntar a un elenco tan poblado sobre un mismo escenario.

Y es que entre músicos de la banda (80) y las voces que sumaron Moments a Cor y el coro de la Escola de Música des Mercadal (120), junto a los solistas (11) y bailarinas (cerca de una decena), se sobrepasaron con creces los 200 artistas. Una cifra que adquiere un valor más importante aún si se tiene en cuenta que estamos ante una producción de KM 0 dentro de una cada vez más apretada y competitiva agenda cultural estival.