'Microinjertos (bypass)', un experimento en la colección permanente de Es Baluard

Microinjertos (bypass) no es una exposición, se presenta como un experimento, una infiltración dentro de la colección permanente del museo. Injertar una planta conlleva colocar un fragmento de una planta sobre otra que dispone de una yema para que de este modo pueda brotar dicho fragmento o injerto.

Tratando la colección como un jardín estático (al menos durante un año que es lo que suelen durar los cambios) realizo estos microinjertos a través de las diferentes salas; en algunos casos como elemento perturbador y en otros reforzando el discurso. Al tratarse de una propuesta tentativa, los resultados pueden ser inesperados, no previstos, incluso llegar a fracasar y ser totalmente incomprendida. Durante dos meses, este test sutil y gestual creará un recorrido y una experiencia diferente por la colección permanente. Las luces de todas las salas se atenuarán, creando una atmósfera más íntima, con la intención de que la monumentalidad de las estancias no intimide al espectador y este pueda sentirse más cómodo.

En la primera de las cuatro salas, dedicada a los clásicos y a las vanguardias, donde predomina el paisajismo, irrumpen, por un lado, Montserrat Soto (Barcelona, 1961) con Invasión-Sucesión 19 (2011), una fotografía de gran formato donde aparece un paisaje árido que contemplamos a través de una salida de emergencia con puertas de cristal y, por otro, Xim Llompart (Palma, 1983), dejando de lado la pintura para adentrarse en lo escultórico, con Nº 120 (figura, paisaje, marina) (2017), donde reduce a virutas tres bastidores, resignificando el propio lenguaje pictórico/escultórico.

En la sala 2, compartida por esos dos amigos que fueron Picasso y Miró, la propia directora del museo, Nekane Aramburu, ya introduce una infiltración, lo que ella denomina casos de estudio, concretamente el Caso 2: Géneros y Transgéneros, donde «pretende abarcar un periodo complejo para el enfoque del cuerpo humano, los géneros y transgéneros que realizan un recorrido desde planteamientos surrealistas, los nuevos realismos y lo naif al uso de la fotografía en el arte conceptual como instrumento político entre los años sesenta y los ochenta. Para ello, proponemos tres obras de tres artistas en apariencia diametralmente opuestas: Isabel Villar, Salvador Dalí y Robert Mapplethorpe», apunta Aramburu. Primeramente me centro ahí, realizando una metainfiltración, una pata de género, introduciendo un dibujo inédito de Ismael Smith (Barcelona, 1886 ─Nueva York, 1972) representando un cuerpo humano masculino desnudo que forma parte de un trabajo de investigación llevado a cabo por el colectivo Equipo Palomar (Mariokissme y R. Marcos Mota) sobre su figura en torno a su conflicto personal con su identidad sexual. También entra en juego M. Reme Silvestre (Monóvar, 1992) con Son (2015), una impresión digital montada sobre un toallero cromado donde presenta el cuerpo (post)humano como un objeto de estudio, cosificándolo, desmaterializándolo, para convertir la carne en material moldeable, completamente idílica, irreal y artificial. La modificación corporal llevada al paroxismo del branding.

Nos adentramos en las salas de procesos y contemporaneidad, donde los microinjertos quedan más difusos pero certeros. Decido sacar de los fondos del museo la serie de dibujos Horóscopo (2003) de Antonio Hidalgo Nebot (Son Servera, 1931), parte de una extensa donación hecha por el artista, relegada al almacén y no mostrada anteriormente, como acto de consideración. They are these or they may be others / Things leaning on the wall and the floor (2014-2015)de Cristina Garrido (Madrid, 1986) reflexiona sobre las maneras de exponer más contemporáneas, poniendo de manifiesto cuales son las fronteras entre creación, propiamente dicha, y tendencias expositivas en el mundo del arte más actual. En la última estancia, Tim Noble & Sue Webster (Stroud, 1966 / Leicester, 1967) sugieren con Untitled (Rat and Trap) (2005) el camino hacia la última parte de la sala, un interespacio residual en el que Albert Pinya (Palma, 1985) sitúa Napoli 2008. La inmundicia es riqueza (2010-2017), una instalación superlativa, un vertedero de arte, del suyo propio.