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¡Sorpresa! Los telediarios vuelven a hablar del Sáhara. Lo triste del tema es que reaparece por una mala, muy mala noticia, la muerte de como mínimo un joven en manos del ejército marroquí. No han tardado en saltar las voces que condenan los hechos, y los periodistas han corrido raudos y veloces a informar del tema. Pero es que el Sáhara es una víctima más de la dictadura de los flashes: no existe hasta que no aparece en los medios, y aparece poco porque hay temas que interesan más.

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Lo del Sáhara es de escándalo. Años y más años sin solucionar un tema que debería avergonzar a las propias Naciones Unidas. Ante la pasividad que demuestran las autoridades internacionales en este tema, y en cambio el empeño puesto en otras zonas como Oriente Medio, uno no puede dejar de preguntarse si estas Naciones Unidas representan a todos o sólo a los poderosos. ¿O no es suficiente motivo para actuar décadas viviendo en el desierto? ¿Qué hay de la MINURSO, esa iniciativa que en su día parecía la panacea y que ha acabado olvidada en un cajón? En el Sáhara no hay petróleo, ni cobre, ni diamantes. Solamente hay personas, y claro, así la cosa ya no interesa tanto. ¿Que matan a un joven que no hacía más que intentar acceder a su triste casa de tela y arena? Bueno, preocupa, sí, pero es que tenemos otras cosas que hacer.

Menorca ha demostrado sensibilidad hacia el Sáhara desde hace tiempo. Aquí ya se oyen voces de protesta, comunicados y cartas. El problema es que por mucho que las gargantas griten, las orejas de quien debe escuchar están sordas. Mal vamos.