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Si todavía las dudas sobre la capacidad de este modesto grupo planeaban sobre parte de la afición insular, ayer quedó constatado que, más allá del presupuesto austero, el Menorca Bàsquet reúne elementos válidos para estar en la batalla por la permanencia durante todo el campeonato. Incluso, una lectura aún más positiva tras el triunfo en Alicante concede margen a una euforia ficticia porque estamos ante el mejor arranque de Liga del Menroca Bàsquet en sus cinco campañas en la ACB, con dos triunfos en cuatro encuentros.

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No fue, precisamente, el mejor partido posible para el espectador, más bien lo contrario. Alicante y Menorca rivalizaron en errores, pérdidas (25 los de Olmos) y violaciones constantes. Con esos números es muy difícil ganar un partido y revela muchas facetas a mejorar en el futuro. Pero en esta ocasión sí, el combinado menorquinista supo rentabilizar la ansiedad de su rival para birlarle los dos últimos balones que le proporcionaron una victoria absolutamente fundamental en su camino hacia la salvación. Con Radenovic bajo mínimos, Limonad intermitente aunque decisivo con los dos últimos robos de balón, y un Donaldson que aún no le toma el pulso a la categoría, el Menorca observa a sus enemigos directos desde arriba hacia abajo. Y eso suena muy bien para encarar un nuevo desplazamiento a Barcelona, al Palau, donde sonará otra vez 'El senyor damunt un ruc' con la tranquilidad suficiente como para disfrutar de todo un enfrentamiento ante el campeón de Europa que sólo es posible en la ACB. El Menorca está en la brecha.