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La consumación del descenso abre una nueva etapa para el Menorca, tanto o más complicada que las dos campañas anteriores tras el traumático acaecido hace dos años. Presidente, director general –ensimismado en los dos últimos meses– y consejo de administración deberán analizar lo sucedido y exponer un balance público que, lamentablemente, tendrá pocos apuntes positivos. La plantilla ha perdido la categoría por su escaso nivel, la masa social ha decrecido de manera sustancial, o cuanto menos la asistencia al Pavelló en la segunda vuelta, y la economía no ha conseguido reactivarse hasta el punto de que el concurso de acreedores parece la única solución que se anunciará en breve.

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Con ese panorama Benito Reynés debe explicar cómo puede levantarse un nuevo proyecto que evite la fuga de socios pese al descenso y reconstruya el ánimo que permita encarar la nueva temporada en LEB con un equipo competitivo en el que, muy probablemente habrá nuevo inquilino en el banquillo.