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Dicen los optimistas o aquellos que acuden a la fe como método de vida que cuando una puerta se cierra inmediatamente se abre otra, quién sabe si mucho mejor que la que te acaba de dar en las narices. Algo de eso le ha sucedido a Paco Olmos que ha estado en el lugar adecuado y en el momento justo para consumar el bombazo de su vuelta al PE Valencia, no por la puerta grande precisamente, pero sí como reconocimiento a su alta profesionalidad.

Asépticamente llama la atención que el club de su vida haya recurrido a él tras la marcha de Pesic. Lo dice la compañera del diario Levante en el artículo adjunto. El Valencia ha contado las dos últimas temporadas con dos técnicos top en Europa, Spahija y Pesic, y ahora el ínclito Juan Roig pone el equipo en manos de un entrenador que viene de descender al Menorca como último clasificado tras haber sumado sólo 7 triunfos en 34 partidos. Números demoledores que no han tardado en aparecer entre la afición valencianista, muy recelosa, por no decir contraria, tras el anuncio de esta contratación según las encuestas que aparecían ayer en los portales digitales.

Pero, como sabemos en Menorca, las circunstancias han jugado en contra de Olmos este año. Y su trabajo, abnegado y plausible aunque siempre mejorable, ha sido evaluado por su nuevo club para abrirle las puertas en su retorno a la Fonteta de Sant Lluís con el que ya se especulaba desde que el Menorca visitara aquella cancha en la primera vuelta de la pasada Liga. Olmos dispone de argumentos suficientes para invertir los primeros ecos de su regreso a Valencia como entrenador estimado allí porque es de la casa y porque el palmarés de aquella entidad está adornado con el título ULEB o el subcampeonato ACB que consiguió bajo su batuta, por más que entonces dispusiera de una plantilla de auténtico lujo.

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Hace poco más de un mes Olmos era un técnico abatido por el rechazo de la cúpula menorquinista que había decidido no renovarle obviando el pacto alcanzado meses atrás. No fue una decisión arbitraria sino más bien todo lo contrario. Un tercer año en Maó tras el descenso en el segundo reunía excesivos riesgos que no era necesario correr y además la cúpula menorquinista cuestionaba ciertos comportamientos repetidos del entrenador de Valencia desde su llegada que habían sentado mal tanto en un sector del vestuario como en la propia plana mayor de la entidad, hartos de que, sospechaban, aireara cuestiones internas.

La reacción del valenciano, entonces, sus declaraciones posteriores al anuncio de su marcha, distorsionaron la relación correcta que había presidido su estancia en la Isla durante casi la totalidad de las dos campañas. Oriol Humet, a quien Olmos situó, entre líneas, como culpable de su rechazo ha rehusado responderle aunque es fácil suponer la contrariedad y la decepción que le ha provocado el discurso final del valenciano para clausurar su ciclo en la Isla.

En todo caso, tanto en el Menorca como entre la afición de la Isla la noticia de su fichaje por el Valencia sólo ha generado palabras de felicitación porque, más allá de su árido final, Paco Olmos deja una buena impronta en Menorca por su capacidad de trabajo culminada un año atrás con el segundo ascenso de la entidad a la ACB. Está de enhorabuena.