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Si habrá sido (o sigue siendo) importante el Menorca Bàsquet en el universo balear que tanto su penetración social como la institucional han acabado por alterar el orden natural que rige las comparaciones entre las Islas de este archipiélago mediterráneo.

Mallorca es la mayor, el centro administrativo de esta Comunidad y, por tanto, la que históricamente genera no pocos agravios comparativos frente a las menores, Menorca e Eivissa, en casi todos los casos con hechos fácilmente constatables. En el reparto del otrora generoso pastel, la mejor parte corresponde a la Isla vecina.

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Por esta razón no puede pasar desapercibido el avance extraordinario del club menorquín de baloncesto fundamentado en sus cinco campañas compartiendo tiempo y espacio con los mejores clubes nacionales en la considerada mejor liga del continente. Ese avance, correspondido con el respaldo popular de Menorca, ha sensibilizado también a las arcas gubernamentales en los últimos años hasta provocar la desazón, esos lamentos que hasta entonces parecían patrimonio exclusivo de menorquines e eivissencs, en otros clubes mallorquines, y en algunas voces de aquél periodismo.

Y, sinceramente, sin ánimo de caer en un provincianismo rancio, no deja de provocar una sensación diferente escuchar a una entidad mallorquina clamar públicamente porque en Menorca reciben más subvención que en Mallorca. Sea o no cierto, suena distinto y es, de verdad, agradable por insólito.