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Un reciente fin de semana un grupo de tenistas veteranos, en representación del Club Tenis Mahón, nos desplazamos a Ciutadella para enfrentarnos a nuestros amigos veteranos del Club Tenis OAR. Quede claro que dicho enfrentamiento era tenístico, no de otra índole, que para esto ya están los políticos.

Uno de los veteranos, al que conozco desde hace muchos años, me comenta que ha leído mi último artículo sobre la conservación y posterior pintada, del edificio Casa Mir de Mahón. Me dice: "¿Supongo que deben tener alguna ayuda monetaria por parte de la administración?" Le respondo, supongo que sí, sería lo lógico teniendo en cuenta de que se trata de un edificio catalogado y protegido.

La pregunta y su interés en el tema, me comenta, es porque vive en una casa en pleno centro de Ciutadella, que está catalogada con toda la protección y con unas normas que impiden acometer cualquier reforma de la vivienda y de la fachada.

No tenía ni idea dónde vivía actualmente, y como está cerca del mismo bar del OAR, nos fuimos paseando y en pocos minutos nos plantamos en sa Plaça des Pins. Me señala la esquina con el paseo de Sant Nicolau, era su hogar. Me impresionó la preciosa fachada muy bien conservada, luciendo en la misma una placa reconociendo que había sido premiada por la Cámara de la Propiedad Urbana en el año 1931. Pasamos a su interior y descubrí una casa señorial con todas las de la ley. Le pregunté: "¿Supongo que costará muchos billetes solamente mantener la fachada como la tienes?". Por supuesto que sí, me contesta. En este momento se le nota la cara de indignación cuando afirma que no recibe ninguna ayuda por parte de la administración.

Me acordé de otro edificio emblemático ubicado en Ses Voltes, en el epicentro del precioso casco antiguo de la población de poniente, que cuando se encontraba en plena actividad farmacéutica su preciosa fachada estaba reluciente y en perfecto estado de revista. En la actualidad se ha convertido en soporte de todo tipo de carteles y abandono por parte de sus actuales propietarios, patético querido lector, me refiero a la antigua Farmacia Llabrés. Los príncipes, que recibieron la farmacia modernista por herencia, deberían preocuparse de recuperar su buen estado. ¿Cómo debe estar el interior, que contiene un mobiliario y equipamiento de un gran valor?.

Fin de la excursión mochilera, regreso al OAR para poner la guinda al pastel, o sea, comida de compañerismo degustando una sabrosa paella, una placa de recuerdo del interclub, por supuesto agradeciendo su hospitalidad y un hasta pronto… "salut tinguem".

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barber-alles@terra.es