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Un escaparate de ilusión, un futuro deportivamente abierto, una retahíla de expectativas, todas ellas de signo positivo, aparecen en el horizonte del Menorca Bàsquet en los poco más de dos meses de Liga regular que le quedan por delante. Posiblemente ese tiempo restante no le alcanzará para atrapar al Iberostar Canarias, líder indiscutible del campeonato, y por tanto, candidato ideal para obtener la primera plaza de ascenso directo a la ACB, pero sí que puede y deben resultar suficiente para coronar una trayectoria progresiva como segundo clasificado una vez se hayan disputado las 34 jornadas. Y esa posición, ya se sabe, es la ideal para combatir con la ventaja de campo en los play offs al mejor de cinco partidos cuyo premio final es, nada más y nada menos, que el otro lugar reservado en la Liga de las estrellas.

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Con nueve encuentros por delante y la posibilidad de disputar otros quince más en las tres eliminatorias de play-off como ya le sucediera hace dos años, todavía pueden darse alternativas y combinaciones que corrijan cualquier previsión y releguen al Menorca a otra ubicación menos ventajosa. Pero, sobre el papel, el equipo de Josep Maria Berrocal va a pelear una vez más, por el retorno a la Liga ACB con posibilidades reales de conseguir un tercer ascenso. Su profundidad de banquillo le confiere otra ventaja añadida fundamental para llegar a lo más alto en relación a la mayoría de los que serán sus rivales.

Queda clara la habilidad de los responsables ejecutivos del club para rentabilizar los presupuestos favorables con los que han armado los equipos en las dos últimas campañas en la LEB. Tanto es así que no sería de extrañar dentro de tres meses un nuevo pase a la primera liga continental. ¿Qué hará el Govern Balear si otra vez el Menorca consigue que el archipiélago tenga un sitio en la ACB? Por lo que pueda pasar, no estaría de más que comenzara a planteárselo.