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Que no corren buenos tiempos para los que han sido primeros exponentes del deporte insular en los últimos años es una realidad palmaria, indiscutible. Ha desaparecido el Sporting Mahonés mediada la competición de una forma tan lamentable que pocos o ninguno habrían sido capaces de predecir; el Menorca Bàsquet brinda una temporada que supera la calificación académica del notable a pesar del reciente fiasco en Tenerife pero su futuro a medio plazo está, a día de hoy, más coloreado en negro que la propia oscuridad; y el Valeriano Allés Menorca Volei ha sufrido la semana más triste de su historia reciente por el K.O. imprevisto en la Copa y la distorsionada imagen que ofreció el sábado ante su máximo rival, el Murillo.

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Sin embargo, dentro del perfil bajo que acompañan las expectativas de unos y de otros prevalecen tres consideraciones que deben restañar la ilusión inmediata de los aficionados por encima de lo que pueda suceder más allá del 30 de junio. La primera nos remite al Pavelló Menorca donde, en el peor de los casos, llega un mes de mayo sabroso en las emociones que siempre descargan las eliminatorias de play-off. A ellas deben aferrarse los seguidores para volver a disfrutar del baloncesto y la incertidumbre de los partidos que van a celebrarse en Bintaufa. Después, el Govern dirá, aunque su mensaje del sábado en Alaior no invita precisamente al optimismo si no más bien todo lo contrario.

¿Y qué decir del Valeriano Allés? Consideremos que la 'semana trágica' reciente corresponde al bache habitual de todos los equipos durante la temporada. Si es así, la pérdida del liderato no tiene que menoscabar sus opciones para revalidar el campeonato. Tiene el equipo de Ciutadella voleibol y jugadoras de talla para lograrlo por más que el Murillo, con la profundidad de su plantilla y el factor cancha a su favor, sea el peor enemigo posible en un probable play-off final.