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Pérdida irreparable la que ha sufrido el deporte insular, en su estamento directivo, esta semana debido al trágico fallecimiento de Joan 'Pipo' Mascaró. Aún en el crepúsculo de su constante vinculación existencial al mundo del deporte había aceptado ostentar la máxima representatividad de la nueva Associació Històrica del Fútbol Menorquí. Una elección idónea para tender puentes institucionales y recibir la colaboración que precisa este minucioso proyecto.

Pero no tenía porqué haber sido éste su último servicio al que fue su otro mundo durante los 67 años que vivió entre nosotros. ¿Quién sabe si las circunstancias no le habrían deparado una cuarta etapa al frente de 'su' CE Ferreries que llego a presidir en tres ocasiones.

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Con Joan Mascaró desaparece un entusiasta del fútbol, un dirigente singular, de ideas claras, muy crítico en ocasiones con el estamento federativo, que marcó una época en la entidad azulgrana a la que dirigió con determinación y acierto sin gravar su economía en ningún caso.

Aficionado confeso del Real Madrid, 'Pipo' era un tertuliano sereno que sabía aguardar el momento preciso de la conversación para verter su tesis y defenderla con criterio y argumentos, en muchos casos, difíciles de refutar por los conocimientos y experiencia acumulados durante su larga gestión.

El fútbol, principalmente, está de luto y por eso su memoria se ha evocado este fin de semana en los campos de fútbol de Menorca en los que tantas horas pasó el recordado dirigente. Pipo fue, por lo general, respetuoso con los clubes próximos y, especialmente recto en los compromisos que contrajo con las decenas y decenas de jugadores a los que supo convencer para sus tres proyectos en el Ferreries. No es de extrañar, por tanto, que ese mismo fútbol representado por todos, le diera el sábado su triste despedida.