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En un segundo pueden pasar muchas cosas. Y si no que se lo digan a Sergio Lull, quien con su mágica canasta se ha convertido en un héroe (aún más) para la parroquia blanca. No era la primera vez que el 23 del Real Madrid se la jugaba en trances similares, con errores incluidos. Pero el de Maó no es de los que se arrugan. «Se juega como se entrena», se suele decir en el mundo del deporte. Sin embargo, esta máxima puede aplicarse a cualquier ámbito social. La canasta no fue un churro, sino que detrás hay muchas horas de esfuezo.

Como tantos madridistas, disfruté de ese instante mágico durante un kitkat en un fin de semana en el que mi casa se había convertido en una aula de preparación de exámenes escolares. En la famosa jugada, Llull también se examinaba y aprobó con Matrícula de Honor.

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El madridista declaró que «tiré convencido y sentí que iba dentro». ¿Y si no entra? En mi modesta opinión, no pasa nada. Vivimos tiempos en los que de vez en cuando tenemos que tirar a canasta en situaciones extremas y a veces fallamos. Al final somos humanos y como tales sometidos al error.