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La primavera suele ser el periodo del año más inestable meteorológicamente hablando. A muchas personas, los constantes cambios de tiempo y el renacer de la vida tras los meses invernales, suelen provocarles alergias, molestias varias en la salud o ansiedades a causa de los asfixiantes niveles de humedad. Es fácil, pues, que la sensibilidad se dispare.

Este año esta sensación de hormigueo en la piel se ha trasladado al tejido social, donde las emociones se han disparado a causa, principalmente, de dos hechos: los resultados de las Elecciones Europeas y la abdicación del rey Juan Carlos, que se han venido a sumar a los temas calientes que nos acompañan desde hace tiempo (la crisis económica, las movilizaciones de las plataformas de los afectados por las hipotecas...). Y ahora saltan las alarmas con el desmarque de los socialistas menorquines de la línea oficial del PSOE al declararse mayoritariamente republicanos y solicitando un referéndum sobre el modelo de Estado.

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Dejando de lado si es oportuno u oportunista abrir ahora este melón, conviene recordar que buena parte de la ciudadanía se queja habitualmente del encorsetamiento en el que se mueven nuestros representantes políticos sometidos a una férrea disciplina de partido. Acordémonos también de los juegos malabares del PP balear en el Congreso y Senado sobre las prospecciones petrolíferas. ¿No queríamos debate?, ¿vitalidad?.... pues ahí lo tenemos y no hay que asustarse, siempre que la confrontación se realicen de forma consecuente y por los cauces democráticos.

Personalmente, prefiero estas rebeliones (que tanto aplaudimos cuando se practican en países como Estados Unidos o el Reino Unido), que escuchar como un mantra las soporíferas sesiones parlamentarias donde sus señorías no osan a expresar su libre opinión.

No tengamos miedo a abrir las ventanas para que entre un poco de aire fresco. Eso sí, no nos resfriemos.