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García Gasulla Guillem... [silencio].... García Gasulla Guillem... [silencio]. Tras dos llamamientos se pasó al siguiente diputado. Y es que el socialista menorquín no podía responder en la votación de la Ley Orgánica de Abdicación del Rey don Juan Carlos porque había hecho mutis por el foro y su escaño permanecía vacío. El médico ya no estaba en el Congreso y su salida se hizo sin atender a las preguntas de la prensa.

A partir de ahí, sorpresa y malestar en Menorca. Raramente una sesión parlamentaria suscita el interés que había despertado la rebeldía del congresista insular que se había erigido en el portavoz del sentir republicano que había expresado una mayoría del PSOE de Menorca.

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Era el minuto (más bien el segundo) de gloria de nuestro parlamentario. Su desafío a la disciplina de voto no iba a resquebrajar el proceso sucesorio ni tampoco deprimir aún más a un Pérez Rubalcaba inmerso en su laberinto. Pero aquí, en la Isla no pocos seguían en directo la sesión para ver qué decía su señoría. Al final, ni sí, ni no y tampoco abstención. Para la posteridad, una ausencia y un silencio.

Supongo que las horas anteriores y posteriores a la cita en Palacio de la Carrera de San Jerónimo no habrán sido fáciles para él. Un cóctel formado por sus sentimientos, la opinión del Comité Insular, las presiones de sus superiores de Balears y de Madrid, más el ingrediente de tener que decirle a la cara al jefe «yo voy por libre» pueden explicar muchas cosas, salvo la falta de coherencia. A su compañero Odón Elorza no le tembló la voz para decir que se abstenía.

Durante esta legislatura, García Gasulla no había tenido demasiado protagonismo. En la capital, los medios lo reflejaron como una anécdota más del batiburrillo en el que está inmerso el PSOE. Aquí deberá hacer comprensible lo incomprensible.