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Un sector del PP se ha sentido «agredido» por la ya famosa foto de Joan Huguet y Cristòfol Soler junto a Jaume Sastre cuando el profesor todavía estaba en huelga de hambre. No hablamos de dos don nadie. Uno es un expresidente del Govern (aunque desde su partido se le descalifique como el más «breve») y un menorquín que ha ocupado la vicepresidencia del Ejecutivo balear, las presidencias del Parlament y del Consell de Menorca. Además ambos pueden presumir de ser del club de los altos cargos que durante los años de turbulencias - y de momento no hay indicios de que indiquen lo contrario- no han pasado por los juzgados. Su delito que tanto ha molestado al actual establishment ha sido pedir al presidente Bauzá que medie en el conflicto de Educación y, ¡ay! esa foto junto a Sastre.

Al portavoz del PP, Miquel Ramis, le ha salido la furia por la boca y ha invitado al «breve» a irse a Podemos, al tiempo que le imputaba otra terrible traición: participar en 1996 en un acto de la OCB en el que se hizo un mural con los colores de la cuatribarrada.

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Pasemos al ping-pong. Ramis se indigna por la foto con Sastre, Soler le contesta que él está indignado con Ramis por votar a favor de las prospecciones. Y el capítulo se cierra con los descalificativos a Soler. Al expresidente le ha faltado cintura porque podría haberle recordado al portavoz que en el Senado (salvo Juana Francis Pons Vila) y en el Congreso se mantiene un discurso diferente en este tema.

La foto de la discordia es un gesto de dos personas con un ser humano en huelga de hambre (con todas las aristas que tiene el docente y más allá de si su postura ha sido acertada o no).

Creo que Huguet y Soler son conscientes que ya son historia en el PP, pero eso no quiere decir que no tengan una voz autorizada y el derecho que se han ganado a decir lo que piensan. Pese a quien pese.