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La pasada semana comentábamos que varios vecinos de la calle Sant Manuel, habían sacado la "batería botellera" a las aceras, para impedir que los perros mearan en las fachadas de las viviendas. Dicha medida no sé si surge efecto o no, pero según me han comentado ahuyenta a los simpáticos animalitos de compañía; son otros tiempos, ya que antaño se ponía azufre, cuyo olor debía ser insoportable para el animalito ya que no se acercaba cuando lo olía. Vatuadell cent llamps, como también tienen la mala costumbre – consentida por su dueño – de oler las ruedas de los vehículos, levantar la patita trasera y a soltar el orín, pipi, meada, como quieran llamarlo y a podrir tocan, recomiendo llevar en el maletero del coche – para las motos sería más incómodo – cuatro botellas llenas de agua para cuando aparcamos el vehículo, las instalemos enfrente de cada rueda…esta solución en más económica que comprar azufre.

Paseando por es carrer de Ses Moreras, una joven que normalmente nos saludamos como dos personas educadas, se me acercó poniendo cara sonriente, pensé petición al canto de excursión "mochilera" y efectivamente me comentó que tenía perro y juntamente con otras personas tenían por costumbre pasear sus canes por la Sínia Costabella, que los de Dalt la Sala habían convertido esta zona – que había estado abandonada durante muchos años – en un lugar precioso, pero…para pasear a sus perros el lugar asignado era indigno como pipi can.

Después de degustar el menú gastronómico de Can Nito de la Marina, cuyo arroz meloso de langosta blanca y sepia fue extraordinario, hice un pertinente descanso, poniendo rumbo a la Sínia Costabella, para conocer in situ la zona donde los propietarios de perros habían sido trasladados…se trata de la parte alta que tiene acceso por es Camí den Guixó. El grupo de ciudadanos era numeroso, los dóciles animalitos correteando, jugando entre ellos, los dueños sentados en la era y conversando entre ellos.

Después de una larga conversación colectiva, llegamos a la conclusión que la zona era la idónea, pero…carecía de papeleras para la recogida de los excrementos, vallar las dos entradas para más control, un punto de agua para los animalitos, farolas para iluminar la zona, bancos – por supuesto no financieros – para poder descansar cómodamente mientras los cuadrúpedos corretean, también una marquesina como resguardo solar, todo esto reivindicado por mayoría absoluta y que la zona esté más vigilada para evitar el botellón del fin de semana, ya que además de recoger las deposiciones sólidas o sea, las cacas de los perros, tienen que limpiar la zona de cristales de las botellas rotas.

Cuando regresaba al coche, coincidí con un conocido con su perro, me preguntó que hacía en aquel lugar, ya que le había extrañado por ser el único que iba sin animal de compañía. Los dos coincidimos que a sa Sínia Costabella, los inquilinos actuales de Dalt la Sala la habían trasformado en un lugar muy acogedor, por eso el la llamaba el Hyde Park de Mahón.

Para finalizar recomiendo una reunión entre los habituales de la zona con el regidor responsable, para trasformar la zona no como pipi can, sino como la "ciudad de los perros". Si se consigue sería como si pusiéramos la guinda sobre el pastel.