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"El duelo es esa cosa con alas", la primera novela de Max Porter (High Wycombe, Reino Unido, 1981) tiene la originalidad y profundidad suficientes para trascender en el tiempo y ser algo más que una mera novedad literaria. Es un libro con argumento, pero sin trama, escrito en una prosa poética llena de metáforas, sentidos y sin sentidos.

El tema de la obra, de apenas 130 páginas, es en sí una gran metáfora. Un hombre con dos hijos pierde a su mujer y la familia recibe la visita de un cuervo. El ave, que olía intensamente a putrefacción y tenía plumas entre los dedos, llama a la puerta y le dice al afligido y sorprendido hombre : "El día en que dejes de necesitarme me marcharé".

El libro se desarrolla mediante monólogos. Sin orden ni estructura escuchamos hablar al padre, a los niños y al cuervo. A veces cuentan cosas incoherentes, a veces se contradicen, siempre, detrás de todo, encontramos el dolor de la pérdida de la esposa y la madre. Un dolor negro y con alas.

"El duelo es esa cosa con alas" me ha recordado a "En Grand Central Station me senté y llore", la gran novela autobiográfica de Elizabeth Smart, publicada en 1945, que también habla del dolor y también tiene una estructura fragmentaria.

La figura del cuervo que llena toda la novela de Porter tiene dos antecedentes ilustres. Por una parte el poema de Edgar Allan Poe del mismo título y, por otra, el libro de Ted Hugues, también titulado "El cuervo". Por cierto que el protagonista de "El duelo es una cosa con alas" es un admirador de la poesía de Hugues y su esposa Sylvia Plath.

Magníficamente traducida por Milo Krmpotic, ésta es una novela extraña, no apta para todos los lectores. Quienes crean que la pueden disfrutar deben probarlo.

Su autor perdió a su padre de niño. Es editor de Granta y Portobello Books y ha ganado el premio Dylan Thomas con su primera novela.

El duelo es esa cosa con alas

Max Porter

Traducción Mil Krmpotic

Editorial Rata

130 páginas