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Qué le voy a hacer. A mí la acumulación de fiestas me cansa un poco, por no decir mucho, y más si se atropellan en poco tiempo: Navidad, Año Nuevo, Sant Antoni y hoy, sí, hoy 1 de marzo es, también, jornada de celebración: el Dia de les Illes Balears.

Así se acordó por ley el 9/1984, pero no fue hasta 1999 cuando subió al altar de día no laborable (por cierto, en este mismo momento no sabría dibujar las bandera más allá de los colores, y supongo que no seré el único). Eso sí, es curioso porque coincide que en 1782 el Congreso aprueba la creación del primer parque nacional de los Estados Unidos y primero del mundo: Yellowstone (no viene mucho a cuento, pero me ha hecho gracia y porque por aquí somos muy de reservas).

Volvamos a los fastos, el Govern elabora un programa con actos tradicionales y se reparten premios (dicho sea de paso con todos respetos a los organizadores, participantes y obsequiados). Pero a pesar de los esfuerzos institucionales, unir cuatro islas en un sentimiento común y emotivo no acaba de cuajar. Por ejemplo si me preguntan de dónde soy, contesto menorquín (no balear), salvo que no sepan ubicar Sa Roqueta. Y creo no equivocarme si a los mallorquines o a los de las Pitiüses les pasa algo parecido.

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¿Cómo unir lo que está separado por el Mediterráneo? Evidentemente tenemos nexos comunes, pero de ahí a que seamos «quatre illes, un país, cap frontera» Personalmente no me despierta ningún fervor patriótico.

Pero es que hay más, sinceramente aquí cada uno va a su bola, aunque nos queramos mucho. Cada territorio tiene sus necesidades, problemas e idiosincrasia. Realmente lo que nos une es a la hora de pedir el traspaso de transferencias del Govern a los consells insulares.

Y así queda resumido el 1 de marzo: una fecha en la que hay «puente», porque a nadie le amarga un dulce.