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Como hemos comentado en diversas ocasiones toda ella es el fruto de donaciones. Ello obliga a ser selectivos en cuanto al material que recibimos de modo que damos preferencia, en primer lugar, a los libros relacionados con la historia de la medicina entendiendo por tal a la que se practicaba durante los trescientos años de vida del hospital. Pero para conocer la impresionante evolución de la ciencia médica no hace falta remontarse tan lejos. Basta con ver lo ocurrido desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días. Y a ello nos han ayudado mucho recientes donaciones recibidas de bibliotecas de médicos, abuelos o bisabuelos de colaboradores o simpatizantes que han querido enriquecer la nuestra con este material.

El museo del hospital, no solamente en la biblioteca sino también con el material expuesto en cada sala nos recuerda cómo, en la época del XIX que hemos citado, surge Louis Pasteur con su "teoría microbiana de la enfermedad", principio de los avances sobre las infecciones, sus consecuencias y la necesidad de vigilar la asepsia en el material quirúrgico y utilizar los oportunos antisépticos. Pero en la misma época se produce el descubrimiento de Horace Wells que conseguía, por inhalación de óxido nitroso, la anestesia del paciente y aparecen los inyectables. Todo ello fue fundamental para el mejor y más preciso ejercicio de la cirugía que logró dar un paso gigantesco.

Es importante recordar a Conrad Roentgen, (primer premio Nóbel de física en 1901), y su descubrimiento de los Rayos X que renunció a patentar e hizo donación del premio en metálico a la Universidad de Würzburg. Produjo una gran influencia en el diagnóstico.

Si a todo lo anterior unimos en la misma época el giro positivista de la medicina al procurar encontrar el porqué de las enfermedades y de los resultados médicos y su búsqueda de respuestas mediante el apoyo de ciencias como la química, física, biología, bacteriología y tantas otras, observaremos lo que supone el principio del siglo XX para la ciencia médica.

Pues bien, me satisface poder comunicar que acabamos de recibir dos importantes colecciones de libros, ambas de principios del siglo XX. Una de ellas perteneció al Dr. Eduardo Paniagua, natural de Valladolid. Ejerció casi toda su vida como médico rural en Reinosa. Dadas las dificultades de comunicación de aquella época tuvo que equiparse con una biblioteca médica de consulta. Sus nietos la han cedido a la Isla del Rey. La otra, muy abundante, procede de un conocido menorquín, Juan Mir Llambías, inicialmente químico y posteriormente farmacéutico. Supone un estupendo complemento a la multi disciplina que rodea a la medicina y farmacia de principios del mismo siglo XX. Entre ambas donaciones enriquecemos ese importante periodo de la historia de la medicina.

José Mª Vizcaíno Aznar