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En estas mismas páginas hace unos meses me referí a la puesta en marcha del modelo de señales marítimas del puerto, la primera presentación activa en las salas del futuro centro de interpretación en el edificio del antiguo hospital militar. Me refiero a que, además de ofrecer una espectacular vista aérea del puerto, con una altísima definición, presenta en funcionamiento todas las señales marítimas que regulan el tránsito de las embarcaciones, sobre todo de noche.

Este hecho provoca que la atención de los visitantes se centre en el parpadeo constante de las señales, verdes, rojas, blancas o amarillas, casi cuarenta en total, lo que conlleva que se puedan determinar sus ubicaciones, situación, e incluso las características de cada una. Como es comprensible, estas características (destellos, ocultaciones, intervalos) deben permitir identificar su situación para que el navegante se ubique y gobierne adecuadamente la embarcación a su cargo.

Pero al mismo tiempo, pueden observarse todas los detalles geográficos del puerto y de la urbanización, vias de circulación, grandes y pequeños edificios, fondeos, instalaciones, etc. De modo que localizar la vivienda de cada uno, ver la abundancia de piscinas, jardines, y demás equipamientos (incluídas las grandes piezas de artillería de costa de La Mola, por supuesto) da lugar a una segunda fase de la curiosidad de los visitantes, con las consabidas exclamaciones de sorpresa, comentarios con los acompañantes y demás. Esto que comentamos, que es totalmente de esperar, ante una imagen de 6 metros de ancho por 2,5 m de alto, da lugar además otra sorpresa diría yo que inesperada, como es poder ver realmente un objeto con el que no contamos.

En efecto, todos sabemos que el viejo fuerte de San Felipe fue derruído hace más de doscientos años, y que de él subsisten reductos subterráneos, algunas paredes de edificios y poca cosa más. Que su perfil completo, tanto del castillo original del siglo XVI como de los bastiones y fortificaciones añadidas a lo largo del tiempo, sea visible en el extremo inferior derecho de la imagen, es un epílogo de gran interés, y éste totalmente pasivo. Maravillas de la luz y de las sombras.

Algún osado visitante ha llegado a sugerir que, en vista de esta realidad, empecemos a pensar en rehabilitarlo, siguiendo el ejemplo de la isla del Rey, claro está que con el pertinente soporte de donantes y administraciones...