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Entre la pereza y el aperitivo siempre hay un resquicio para la metafísica. Al menos así lo han considerado Juan Evaristo Valls Boix y Stéphan Lévy-Kuentz que han dedicado sendos libros a meditar sobre estas dos debilidades humanas: las ganas de no trabajar y las de beber un poco de alcohol antes de comer.

El primero de los dos autores citados, profesor asociado de filosofía contemporánea en la Universidad de Barcelona, parte en Metafísica de la pereza de la premisa de que hoy “el único gesto rebelde es no hacer nada”. Por ese motivo dirige su libro a una larga lista de personas: emprendedores, perseguidores de sueños, alcanzadores de metas, instagramers y youtubers, oficinistas, deportistas y “todos los muertos en vida, deleitados en el gran banquete de la devastación de uno mismo, privados de todo, conmovidos por la carroña”, añadiendo que él forma parte de esta indolente legión.

“Zombis de la vida -nos propone Valls- ¡tumbaos de una vez- Precarios de todas las naciones, ¡dejadlo ya! ¡Dejad de trabajar! ¡Dejad de enviar mails y programar alarmas! ¡Deteneos, insensatos! ¡Parad! O de lo contrario, el triunfo más grandilocuente se cernirá sobre vosotros y os aplastará con la tremenda furia de sus promesas.

El ensayo se adentra en algunos aspectos filosóficos y metafísicos demasiado profundos para algunos lectores haraganes que nos perdemos en las honduras a las que nos conduce el profesor. Al fin y al cabo, como decía Álvaro Campos, “la metafísica es una consecuencia de no sentirse bien”, en una cita pessoana que recoge Valls, quien a veces se escapa del campo de juego de la intelectualidad para buscar ejemplos en estrellas del pop como Britney Spears.

Más ligero, que no superficial, es el sabroso librito de 130 páginas, de Levy-Kientez, poeta, novelista y guionista de cine francés, quien en su Metafísica del aperitivo, más que reflexionar sobre la cuestión que anuncia, desgrana pensamientos, observaciones, ideas y ensueños que le vienen a la cabeza mientras consume vinos en una terraza de París.

En su soliloquio nos habla de algunos vecinos de velador y también imagina la presencia de invitados como Faulkner, Hemingway y otros ilustres bebedores y abstemios que nos acompañan en este divertido viaje intelectual y literario. Una excursión vitalista en la que se defiende que “un siglo que ha alumbrado la penicilina y a Fred Astaire no puede ser malo del todo”.

También como en su libro hermano en esta página se reivindica la pereza como “fin esencial del hombre”, apoyándose en unas palabras del pintor Malévich.

Cabe destacar el buen trabajo de la traductora Laura Naranjo Gutiérrez que en una páginas finales de anotaciones nos aclara la procedencia de algunas referencias culturales francesas y de varias citas, enriqueciendo así el texto.

Metafísica de la pereza

Juan Evaristo Valls Boix

Editorial Ned

186 páginas

Metafísica del aperitivo

Stéphan Lévy-Kuentz

Traducción de Laura Naranjo Gutiérrez

Editorial Periférica

130 páginas