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Hay en Ecuador un lugar llamado Cocuán, un pueblo perdido y olvidado, que pertenece a un universo de territorios imaginarios del que forman parte Macondo, Yoknapatawpha, Celama, Región o Colama. Son mundos literarios donde el tiempo y la realidad transcurren de forma diferente y donde, a veces, las leyes de la física siguen otros derroteros.

Cocuán es el pequeño mundo en que se desarrolla la novela Trajiste contigo el viento, escrita por Natalia García Freire (Cuenca, Ecuador, 1991) de quien el editor nos informa someramente que tiene un jardín, un gato y escribe. Sabemos también que su primera novela Nuestra piel muerta fue elegida por “The New York Times” como uno de los mejores libros en español de 2019.

De ese paraje situado en las montañas andinas no hablan muy bien sus habitantes: “En Cocuán vivimos tan cerca del espacio vacío y su materia oscura, que el sol es como un padre, te parte la cabeza o te deja apolillarte, lejos, muy lejos de las entrañas abrigadas de la tierra”, dice Agustina, la curandera.

“Nada en Cocuán es lo que parece. Estamos hechos de polvo y mal como las pesadillas. Nuestro cementerio es un pantano sembrado de cruces prohibidas que van desapareciendo cada vez que sube el río. Ni siquiera nuestros muertos quieren quedarse con nosotros”, nos confiesa la misma Agustina, uno de los nueve personajes que nos hablan del pasado y el presente de un lugar condenado.

Empieza la novela con la historia de Mildred a quien su madre le aleccionó bien antes de morir: “No te rasques. Límpiate bien el culo y el meado, asómate al balcón cada día hasta que quieras apagar el sol. Lava la ropa todos los días, lávala dos veces; cuando se gasté, quémala. Y no dejes que nadie nunca te vea las llagas”.

Los consejos de la difunta no impiden que una turba de gentes de esta localidad maldita queme la casa y las tierras de Mildred mientras todo Cocuán, “ese pueblo de clima soez”, canta, grita y baila. Pero ese aquelarre deja una huella en el pueblo y años después se suceden los episodios extraños, desapariciones y episodios de violencia y locura que son la materia de Trajiste contigo el viento.

Personalmente me ha costado situar a los diferentes personajes en la trama alucinada de la novela. Quizá un lector más inteligente o atento no tenga esta dificultad. Sin embargo hay que destacar ñla riqueza y frescura del lenguaje con el que Natalia García Freire nos describe un pequeño y extraño mundo salvaje, lleno de superstición y de furia, donde los difuntos lo envuelven todo y donde es mejor escoger irse con los muertos “porque los muertos no se comen el coco”.

Trajiste contigo el viento

Natalia García Freire

Editorial La Navaja Suiza

140 páginas