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El escritor y periodista Mario Calabresi tenía dos años cuando su padre fue asesinado por la espalda. Era comisario de policía y había sido acusado falsamente de defenestrar desde su despacho al anarquista Giuseppe Pinelli, quien a su vez y por un horrible capricho del destino había sido acusado falsamente de un atentado con bomba en el que murieron 17 personas y otras 88 sufrieron heridas. En realidad, la matanza en la Piazza Fontana fue obra de la extrema derecha con el apoyo del espionaje italiano.

Una trágica suma de disparates que solo podía ocurrir en la Italia de los años de plomo de la que nos resume la historia el periodista Enric González en el prólogo del libro Salir de la noche. Historia de mi familia y otras víctimas del terrorismo, del que es autor el propio Calabresi. En una coyuntura histórica de Guerra Fría, el país vivía con desasosiego los atentados de las Brigadas Rojas y los neofascistas, en un clima aún más enrarecido por las conspiraciones de los servicios secretos y la CIA. En esa década oscura, González señala que el momento más negro se produjo en la primavera de 1978 con el secuestro y posterior asesinato del político democristiano Aldo Moro por parte de la ultraizquierda.

Mario Calabresi recuerda como los dos disparos por la espalda que acabaron con la vida de su padre alteraron el curso de los acontecimientos políticos y transformaron radicalmente la vida de su madre y sus tres hijos pequeños. Pero antes de que eso se produjera Luigi Calabresi había sido insistentemente señalado públicamente y sin pruebas por la prensa de izquierdas de haber arrojado a Pinelli desde la ventana de su despacho policial, aunque muchos años después quedo probado que él no estaba en su despacho en el momento en que el anarquista cayó. Incluso el Nobel Dario Fo en su obra teatral “Muerte accidental de un anarquista” lo ridiculizaba e insinuaba su culpabilidad.

Aunque eso sucedió mucho antes de nuestra alocada era de internet y las redes sociales, Luigi Calabresi era consciente de que su señalamiento implicaba una condena a muerte y pese a todo renunció a ocultarse en otra ciudad porque eso hubiera supuesto dar por cierta su culpabilidad.

En Salir de la noche, el autor investiga el caso de su padre y relata el brutal acoso al que fue sometido mientras rememora las consecuencias del asesinato en su vida y en la de su familia. Además, entrevista a familiares de otras víctimas del terror en los años de plomo en Italia. El resultado es una obra breve, intensa y sobrecogedora porque transmite de primera mano las heridas que deja el terrorismo.

Vuelca su opinión sobre la personalidad de aquellos terroristas italianos, muy similar a la que Emmanuel Carrère formula sobre los islamistas que atentaron en la sala Bataclan en su reciente libro “V13: Crónica judicial” (Anagrama). Dice Calabresi tras asistir a los juicios contra los asesinos de su padre: “Las Brigadas Rojas llevan consigo un aura de personas comprometidas, de luchadores, cuando en cambio eran solo unos desgraciados que llegaron a la lucha armada para redimir vidas sin perspectivas, personas pobres de ideas y de espíritu”.

Desgraciadamente hay en el libro un elemento aplicable a la actualidad española. El escritor cuenta el dolor que le supuso ver como algunos terroristas con delitos de sangre y tras haber cumplido la condena salían pontificando en tertulias de televisión o ostentando cargos políticos sin ninguna consideración a las víctimas de sus atentados.

Al respecto Calabresi afirma: “No considero que las instituciones deban pedir permiso a las víctimas para legislar, para decidir si conceder un indulto, un permiso como recompensa, una libertad provisional o vigilada. Son cosas que deben hacerse en aras del interés general que puede no coincidir con el de los familiares de las víctimas (…) Sin embargo existen muestras de sensibilidad, de atención, gestos que pueden ayudar a atenuar el dolor, a aceptarlo. No hay que olvidar que la mayoría de las personas asesinadas en los años de plomo trabajaban para el estado y lo pagaron con sus vidas”.

Salir de la noche. Historia de mi familia y de otras víctimas del terrorismo

Mario Calabresi

Prólogo de Enric González

Traducción de Carlos Gumpert

Libros del Asteroide

165 páginas