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Acabamos de entrar en el verano y la isla del rey inicia su periodo de ebullición máxima, pero la isla se puede visitar durante todo el año siendo la primavera la mejor época para hacerlo, disfrutando de la lujuriosa floración de cientos de plantas y árboles que la cubren de llamativos colores.

Tenemos nuestro propio Hanafubuki ( floración del cerezo en japones), los granados se tiñen de rojo, la capparis spinosa ( taparera ) muestra sus magestuosas flores, está la exuberante e intrigante Papaver somniferum y tantas otras. Las abejas no dan abasto con tanta variedad de flores, tal vez algún día tengamos una deliciosa miel de la isla del rey.

Hay unos árboles que llaman poderosamente la atención al estar situados al final de la rampa de acceso al hospital por sus flores rojas, los Metrosideros o Árboles de hierro. Patricia y Martín que se encontraban de Luna de Miel en Menorca, nos comentaron que este árbol es considerado un eslabón perdido de la historia, originario de Nueva Zelanda, llamado por los maoríes Poutukawa y por los nuevos colonos Chrismas Tree, al coincidir su floración con la Navidad en las antípodas. Resulta que en Cádiz hay un ejemplar documentado que tiene más de cien años, pero lo más asombroso es que en La Coruña hay un ejemplar centenario que tiene veinte metros de altura y es gigantesco. Es "el eslabón perdido". Hay una hipótesis según los lugareños y el botánico neozelandes Warwick Harris, que podría tener más de 400 años y, de confirmarse desmontaria la historia del descubrimiento de Nueva Zelanda por parte del explorador holandes Abel Tasman, conocido como "el holandés errante" en sus viajes por el océano Pacífico (1642 1644 ) o del capitán inglés James Cook ( 1768 1779 ), respaldando la teoría del historiador neozelandés Winston Cowie de que fueron los españoles y portugueses los primeros en llegar en 1576 a las costas de Nueva Zelanda, pues se han hallado pecios de barcos que lo corroboran. Posiblemente el marino español Juan Fernández fue el primer europeo en avistar Nueva Zelanda.

El también conocido como Árbol del fuego al finalizar su floración nos regala una estampa de belleza efímera al caer los estambres rojos de sus flores, kahika en maorí, que se depositan suavemente sobre las hojas de la planta Meliathus mayor.

Es sorprendente como en una isla tan pequeña puede condensar tantas historias y tan diversas.

José Muñoz Pons

Voluntario