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Sobre el alcohol hemos hablado en diversas ocasiones y en ellas hemos    dejando la idea de que cualquier cantidad consumida es contraproducente para la salud.

Hemos comentado,    como la ingesta crónica de cantidades elevadas se la relaciona con enfermedades hepáticas (cirrosis), con el cáncer (de mama, colon…), con el accidente vásculo-cerebral (atac de gota)… y como comentamos hace algún tiempo con las enfermedades neurodegenerativas (la enfermedad de Parkinson, o la enfermedad de Alhzeimer,..). Con todo, sí que es cierto que aún hoy se admite que    la ingesta moderada    de alcohol diario estaría relacionada con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares (angina de pecho..).

El problema que nos planteamos es saber qué cantidad es «saludable», ¿cuánto consumo de alcohol sería demasiado y con ello se aumentaría el riesgo de enfermar?. Para esto recordaremos que una unidad de alcohol es aquella que corresponde a 10 gr de este alimento, lo que es la cantidad contenida en un vaso pequeño de vino (100 ml) o en    375 ml de cerveza (una mediana)    o en 30 ml de licor (un chupito de whiski...).    Con todo, a grandes rasgos nos debe quedar la idea que en cualquier caso todo lo que sea ingerir alcohol    por encima de dos unidades al día sería contraproducente; un riesgo de enfermedad que es progresivo según la cantidad ingerida hasta llegar a lo que se conoce como consumidor excesivo (alcohol use disorder), que sería aquel que toma más de    21 unidades    de alcohol semanales, a partir de este punto    sería    neurotóxico para el cerebro, hepatotóxico para el hígado.   

Si bien es cierto que el riesgo de una persona de presentar problemas cardiovasculares y de cualquier causa de muerte es superior si consume alcohol a que si se es abstemio, este riesgo es dosis dependiente, existiendo a nivel cardiovascular    la conocida curva en «U» o en «J» del consumo de alcohol; pudiendo, con reservas, ser beneficiosos, como hemos adelantado, en consumos moderados en la cardiopatía coronaria (angina de pecho). Y es que    el alcohol en pequeñas cantidades podría tener un comportamiento favorable en la conocida como insulinorresistencia, en    la inflamación sistémica, en la dislipemia (colesterol) y en la ateromatosis. E incluso, a dosis mínimas llegar a ser beneficioso en el debut y en el control    del paciente con diabetes tipo 2,    como demostró el estudio Cascade (Cardiovascular Diabetes & Ethanol) por Gepner Y et al (Ann Intern Med. 2015). En éste se analizó a individuos aleatorizados    a ingerir o 150 ml de agua (83), vino blanco (68) o vino tinto (73) con la cena durante 2 años.

O, estudios, a nivel poblacional, como el de    He X et al (Diabetologia 2019 ) en EEUU utilizando una cohorte de 12.042 individuos sin diabetes del Atherosclerosis Risk in Communities (ARIC) durante 21 años de seguimiento y que demostró una asociación inversa entre el consumo de alcohol y el riesgo de debutar con diabetes tipo 2 en dicha población.

Por otro lado, que es lo que nos ha traído aquí, dentro los factores de riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares figura en primer lugar la hipertensión arterial. Y es conocida la influencia del consumo de alcohol en la misma;    aunque se admite a partir del consumo de dos o tres unidades al día de manera crónica.

Un estudio reciente de Silvia Di Federico et al ( Hypertension. 2023) publicado hace escasos días (31 de julio), que es el que ha motivado este artículo, estudió la asociación entre la ingesta de alcohol y los valores de tensión arterial. Para ello se realizó una revisión sistemática de estudios longitudinales sobre el particular. En total 19.548 individuos (65% varones) sanos sin enfermedades ni hipertensión arterial, de 7 estudios seguidos más de 5,3 años (4-12 años); en ellos se    demostró una vez más, que existe una asociación positiva lineal a    partir de 12 o 48 gr de alcohol consumido frente al no consumo, tanto en hombres como en mujeres (ligeras diferencias en la linealidad en éstas) y los cambios en la tensión arterial, fuera sistólica o diastólica.

La diferencia, sin embargo, con todo lo conocido hasta el momento, es que según este análisis una sola consumición de alcohol (12 g, o una unidad) tomada de manera crónica es suficiente para elevar la tensión arterial en personas adultas sanas, por lo que se confirma que no existiría un nivel seguro de alcohol, tampoco en la hipertension arterial.