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En alguna ocasión hemos hablado de la vitamina D; una vitamina que por su acción o acciones, pues tiene gran cantidad de funciones, podríamos considerarla una hormona; una hormona que la creamos en nuestro propio cuerpo a partir de un derivado del colesterol y de los rayos ultravioleta provenientes del sol.

Es de todos conocido que actúa básicamente en el metabolismo de los huesos fijando calcio, por lo que es necesaria para evitar la descalcificación de los huesos debido a la edad, a la inmovilidad etc... es importante, por tanto, en la prevención de las fracturas; aunque solo en caso de déficit (US Preventive Services Task Force). E influye en las fracturas, además,    por que    no solo actúa sobre los huesos si no sobre el tono muscular evitando con ello las caídas en las personas mayores. Por lo que ciertas Guías de Práctica Clínica de Osteoporosis, como la del Canadá, recomiendan suplementar con vitamina D entre 800–2000 IU (unidades) a los ancianos alto riesgo.

Sin embargo, la vitamina D al margen del sistema músculoesquelético, tiene funciones tan variopintas en nuestro cuerpo como su acción sobre la inmunidad, como vimos el año pasado («Es Diari» 09-05-2022), protegiéndonos de enfermedades infecciosas; como son las infecciones respiratorias, y que se comprobó con la pasada epidemia del covid-19 (coronavirus disease 2019), en las que    las personas con niveles bajos de vitamina D tuvieron más riesgo de infección y de gravedad.

Al parecer esto se debe a que los metabolitos de esta vitamina actuarían sobre la inflamación y la respuesta inmunitaria, por lo que además sería útil en la prevención de enfermedades autoinmunes.

También comentamos como es capaz de influir sobre el metabolismo de la glucosa al actuar sobre algunos receptores del páncreas e influir en la secreción de insulina entre otros... de tal modo que ha sido relacionada con la diabetes tipo 2. Sin embargo, un estudio de Pittas AG, et al (N Engl J Med 2019) en el «Vitamin D and Type 2 Diabetes (D2d) que evaluó si suplementar con vitamina D reduce el riesgo de presentar diabetes tipo 2 en 2.423 personas adultas de alto riesgo de padecerlo (con prediabetes) y tras un seguimiento medio de 2,5 años no pudo demostrar que la vitamina D disminuyera el riesgo de presentar diabetes tipo 2. La explicación fue que la vitamina D solo mejoraría la función pancreática en pacientes con déficit de esta vitamina -como habían demostrado estudios anteriores- pero no en aquellos con niveles de vitamina D sérica normal.

Podemos concluir, como primera aproximación, que la suplementación con vitamina D en la dieta de nuestros pacientes más mayores además de mejorar la resistencia de sus huesos, del tono de sus músculos, reduce el riesgo de infecciones respiratorias, al actuar sobre la inmunidad, y en el metabolismo hidrocarbonatado, pero todo ello solo en el caso de deficiencia de esta vitamina.

Pero, ¿que efecto produce la vitamina D en la enfermedad cardiovascular? Y es que la vitamina D además de reducir la inflamación sistémica regula ciertos sistemas relacionados con la hipertensión arterial (renina-angiotensina-aldosterona) e inhibe la proliferación del músculo liso vascular...; así existen revisiones sistemáticas con metaanálisis que sugeriría una asociación inversa entre los niveles de vitamina D y el riesgo de presentar enfermedades y muerte de causa cardiovascular, Gholami F et al (BMC Cardiovasc Disord 2019).

Abundando en ello, hoy traemos aquí los resultados del ensayo clínico aleatorizado D-Health Trial, un estudio australiano iniciado en el 2014 y finalizado en el 2020, y publicado el junio pasado en BMJ por Bridie Thompson et al, que intentó determinar si una suplementación mensual con vitamina D oral más de 5 años podría mejorar los resultados en salud cardiovascular de una población mayor (≥60 años, 46% mujeres) (n=21 315) comparando dos grupos, uno con vitamina D mensual y el otro no.

Análisis previos de este mismo estudio habían mostrado como esta vitamina no reducía la mortalidad por cualquier causa ni por causa cardiovascular, pero no se investigó su influencia en los eventos cardiovasculares (infarto de miocardio, accidente vásculo cerebral,...), que es que lo que resuelve esta nueva entrega.

De los 21.315 individuos seguidos, 1.336 tuvieron un evento cardiovascular, 6% en el grupo de vitamina D y un 6,6% del grupo placebo o una diferencia acumulada a los 5 años de 5,8 eventos por 1000 individuos; o de una manera más gráfica, un número de pacientes a tratar con vitamina D para prevenir un evento de 172, que no es mucho, pero algo es algo. Más en el infarto agudo de miocardio y poco en el accidente cerebro vascular.
Por lo que se concluye que la influencia de la vitamina D en el riesgo cardiovascular es escasa en general pero mayor en el    infarto agudo de miocardio.