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Osebol, un pueblo sueco de unos cuarenta habitantes cuenta con su propia crónica, gracias a la escritora y periodista Marit Kapla. Oriunda de aquella pequeña localidad de la que salió en su juventud para buscarse la vida en la ciudad de Göteborg, regresó un día grabadora en mano para entrevistar a los vecinos que accedieron a hablar con ella, casi todos.

Al igual que Kapla, muchos otros residentes de Osebol decidieron partir a otros destinos más interesantes. Es la dinámica que ha seguido la civilización desde sus orígenes: las ciudades crecen y el campo y los pueblos se vacían. El problema de la despoblación es cómo el de la serpiente que se muerde la cola. Se van perdiendo servicios y con ellos, atractivos para vivir

Titulado Osebol. Voces de un pueblo sueco, el libro es una obra coral en la que los lugareños cuentan historias muy diversas, desde el origen de sus casas o las relaciones con los vecinos, hasta las razones por las que decidieron emigrar a Osebol o quedarse allí si eran originarios del pueblo.

“Pues verás, mi vida ha sido como Värmland. Montes y valles. Ha tenido sus altibajos”, dice Áke Axelsson, nacido en 1947 en el lacónico testimonio que abre el trabajo de Kapla. Como Äke Axelsson, la mayoría de los habitantes del pueblo, situado en la provincia de Escania, son jubilados. También viven entre diez y quince niños que tienen que caminar cuatro kilómetros para ir al colegio que solo los acoge hasta que tienen once años.

La única tienda cerró. No hay bares, restaurantes, supermercados ni oficina de correos ni centro médico. Todo hay ido desapareciendo y para acceder a estos servicios hay que desplazarse a otros pueblos situados a unos cuarenta kilómetros.

La caza es una de las aficiones de los veteranos de Osebol aunque algunos muestran su enfado con la proliferación de lobos porque está reduciendo la población de alces. También hay malestar entre muchos vecinos por el mal estado de un histórico puente.

“Aquí en Osebol hay bastante tranquilidad sobre todo en otoño e invierno -asegura Kari Molteberg, nacida en 1949-. Es literalmente como si la gente hibernara, Casi no se ve a nadie”.

Algunos de los que resisten en el pueblo valoran esa calma casi total, otros no pudieron más y desertaron.

Una curiosidad del libro es que su autora presenta gráficamente los testimonios como si fueran poemas. El libro tiene más de 800 páginas, pero con una transcripción convencional quizás no pasaría de las 200. En cualquier caso, es un trabajo original que da voz a personas ordinarias que nos hablan de la felicidad de vivir en un lugar remoto

Osebol. Voces de un pueblo sueco

Marit Kapla

Traducción de Carmen Montes Cano

Editorial Capitán Swing

815 páginas