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Es interesante recordar, de vez en cuando, hechos ocurridos, decisiones tomadas y situaciones que se han ido presentado durante nuestra vida y que, de algún modo han podido influir en ella de modo más o menos notable. En esta ocasión me refiero a la parte que nuestra generación ha vivido en relación con la Isla del Rey en el Puerto de Mahón.

Yo vine a Menorca en 1960 y las circunstancias hicieron que mi primer alojamiento fuese justo enfrente de la Isla del Rey, en la Casa roja al final de la calle Fontanillas a la que desde muy antiguo se había llamado “La Punta”. Fue nuestra casa familiar durante años y, probablemente el lugar que más me impresionó dada su proximidad al mar y las posibilidades que ofrecía.

Enfrente estaba el Hospital de la Isla del Rey, todavía en funcionamiento. Así había sido desde 1711 y resulta muy emocionante imaginar la historia vivida en este edificio y las historias individuales de las personas que estuvieron en él, unos como pacientes y otros como médicos, asistentes sanitarios, hermanas de la caridad y toda clase de servicios requeridos para el funcionamiento del hospital. Era un hospital importante desde su origen. La ubicación de Menorca, en el centro del Mediterráneo occidental y las posibilidades que ofrecía el Puerto de Mahón, refugio seguro de las embarcaciones que utilizaban las rutas comerciales, dieron a Menorca un carácter internacional ampliado por la presencia de embarcaciones de múltiples nacionalidades. A ello se suma el interés que despertó para las potencias europeas en el Siglo XVIII en el que la isla estuvo ocupada y gobernada por británicos, franceses y españoles en sucesivos periodos. En el Siglo XIX la presencia estadounidense en el Puerto con su Mediterranean Squadron durante casi treinta años dejó también su poso.

Con todo ello, llegó un momento en que resultaba complicado el acceso por mar a quienes debían hacerlo, personas, suministros y materiales, y se tomó por el Ejército la decisión de inaugurar el Hospital Militar General Cuesta Monereo en la parte alta de Mahón en 1964. Años después este hospital fue vendido cuando el Ejército pasó a utilizar la Sanidad Pública y privada.

Y ¿qué ocurrió con el antiguo Hospital de la Isla del Rey? Pues hubo cambios de propiedad, del ejército al Ministerio de Información y Turismo, de ahí al Ayuntamiento de Mahón y entre tanto, mucho papeleo, burocracia, concursos e ideas diversas. Pero lo peor es que cayó en el más absoluto abandono. Y llegó al deterioro total: invasión de aguas y animales, ratas y palomas. Y lo peor: el expolio. El abandono llegó a dejar en ruina algo que había sido un magnífico edificio. Pero en esas circunstancias, puertas, ventanas, vigas y pavimento, desaparecieron poco a poco durante 40 años.

Hoy podemos decir que la ignorancia de la Administración tuvo mucho que ver con esa situación de abandono y ruina.

En 2004, un movimiento social de vergüenza por lo que estaba pasando, iniciado y liderado por el General Luis Alejandre, inició un proceso de defensa de lo existente y recuperación de lo destrozado. Amigos, compañeros y otros simpatizantes iniciaron el proceso de salvación y recuperación de esta joya histórica, El proyecto en sí ya era ambicioso y estimulante pero el esfuerzo y sacrificio que supone para el voluntariado tiene un premio inmediato que es la satisfacción que produce alcanzar una meta que se había visto como inalcanzable.

Pasados casi quince años, unos visitantes suizos observan las características del Puerto, la ubicación de la Isla del Rey, la actividad de recuperación en marcha, lograda principalmente por el voluntariado y las aportaciones privadas, y deciden estudiar su posible participación en el proyecto.

Hauser & Wirth aparece en escena. Galeristas de primera línea mundial encuentran en la Isla del Rey un lugar adecuado para sus objetivos. Es notable la admiración que les lleva a establecerse en la Isla. Colaboran en la recuperación de espacios, jardinería, tratamiento de aguas, ambientación, etc. Superadas las muchas dificultades que el proyecto tenía, hoy H&W es un centro de atención de reconocido prestigio que provoca la asistencia continuada de visitantes. Durante el verano un catamarán ha estado llevando y trayendo público durante todo el día, lo que ha permitido que se produjera un aumento de visitantes a la isla y al hospital.

Esta llamada ha conseguido que durante este verano se hayan podido realizar 3 visitas diarias. Con la curiosidad de ver la Galería H&W, lo que ha producido un indiscutible efecto llamada, se ha estado visitando el antiguo Hospital de la Isla del Rey, a su nivel actual de recuperación lo que llama enormemente la atención de los visitantes, muchos de ellos, incluso menorquines, que desconocían y se sorprenden al ver el trabajo realizado por el voluntariado.

Ha sido un verano duro por la mucha actividad, el calor sofocante, la organización de eventos y conmemoraciones, pero se ha llevado a cabo sin problemas apoyándose en la buena voluntad de los participantes.

Sirvan estas líneas para reconocer el trabajo realizado, el ambiente de colaboración que se respira, el carácter internacional del lugar y el resultado alcanzado.



José Mª Vizcaíno Aznar

Voluntario