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Una carpa bajo el cielo, de Liudmila Ulítskaya, comienza el día en que todas las emisoras de radio de la Unión Soviética anuncian la muerte de Stalin. El fallecimiento del temible dictador es para muchos una desgracia pese a su criminal trayectoria de terror. Para unos pocos se abre una época de esperanza.

La novela sigue la vida de tres amigos que se conocen en los primeros años del colegio. Son tres muchachos singulares que individualmente son objeto de acoso por los matones de la clase, pero juntos son capaces de hacerles frente. Fascinados por un apasionado profesor de literatura, el grupito se convierte en amante de las letras rusas y sus miembros se hacen llamar los Lurs.

En su época de estudiantes, los Lurs siguen entusiasmados a su carismático maestro y los miércoles callejean por las calles de la Moscú literaria. Visitan las viviendas en las que nacieron los grandes escritores, artistas y compositores rusos de modo que con este deambular los muchachos escapan de una realidad escolar, social y política miserable y enfermiza para entrar en un mundo donde aparentemente florece la libertad, el pensamiento, la música y las artes.

“La literatura – les dice el profesor- es lo único que ayuda al hombre a sobrevivir y a reconciliarse con su tiempo”.

En las páginas de Una carpa bajo el cielo vemos crecer a los tres protagonistas y seguimos sus pasos durante cuatro décadas de la historia soviética. Tomarán caminos diferentes, pero mantendrán su amistad. Junto a ellos conoceremos las historias de muchos otros personajes con los que los Lurs se relacionan o se cruzan, en algunos casos de forma muy fortuita.

A veces, las historias no siguen un orden cronológico y los personajes van y vienen a través de un tiempo, que como dice uno de los personajes, “no se mueve del punto A al punto B, en realidad se compone de capas. Es como una cebolla, en su interior todo ocurre simultáneamente”.

Gracias a la habilidad de Liudmila Ulítskaya, que en 2022 obtuvo el Premio Formentor, el lector no se pierde pese a la gran cantidad de personajes que aparecen (obviamente con nombres rusos y algunos de ellos históricos como Pasternak, Solzhenitsyn, Sájarov y otros menos conocidos en nuestros lares). Es de destacar que la autora era bióloga y su carrera científica se vio frustrada cuando su laboratorio fue disuelto por las autoridades soviéticas debido a que les pillaron con samidzat, es decir con libros prohibidos.

El fenómeno de los samidzat y la disidencia juegan un importante papel en la vida de los Lurs y en toda la novela a través de la que somos testigos de la breve etapa de deshielo con Nikita Jrushchov hasta la vuelta a la ortodoxia represora con el longevo Brezhnev y sus sucesores en la cúpula del Kremlin. Con ellos los disidentes sufrieron implacables persecuciones que se tradujeron en pérdidas de trabajo, ostracismo, prisión, confinamiento en los gulags, exilio forzoso, emigración o el suicidio.

Inlcuso, como se indica en el relato, “además de simplemente matar, se podía aniquilar a alguien de un modo más sofisticado: volviendo loco a un hombre honesto, haciéndole pasar por soplón y delator, y, lo más espantoso, sin que hiciera falta aportar evidencia alguna y sin ofrecerle la más mínima oportunidad de defenderse”.

Coincido con los críticos que han señalado que esta obra de Liudmila Ulítskaya se inscribe por su calidad, ambición y extensión en la tradición de la gran novela rusa. A ello hay que sumar que logra retratar magníficamente un largo período de la historia soviética, sobre el que hay en España un gran vacío novelístico. Publicado en España en la primavera del año pasado, el libro ya va por su tercera edición.

Una carpa bajo el cielo

Liudmila Ulítskaya

Traducción de Yulia Dobrovólskaya y José María Muñoz Rovira

Automática Editorial

750 páginas