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Nuestro tema estrella es el ejercicio físico, lo hemos analizado desde todos los ángulos. Hoy lo hacemos de otro distinto y que se relaciona con un tema sobre el que desde hace años escribo, la diabetes tipo 2 (DM2).

En el último escrito («Es Diari» 05-01-2024) diferenciamos entre el ejercicio físico de la actividad física (AF), en un caso implica la actividad que se realiza en el tiempo libre, y en el otro toda la actividad diaria, sea laboral, social demostrando que no tienen la misma repercusión a efectos de resultados de salud la una que otra.

Recordamos que sería necesario dedicar al menos 150 minutos de actividad física moderada o intensa a la semana, no influyendo la distribución de la misma, según las recomendaciones de la Organizacion Mundial de la salud (OMS), para prevenir enfermedades cardiovasculares, cáncer, metabólicas (diabetes), mentales (depresión, demencia...), y la mortalidad en general o por causas especificas.

Caminar, por su parte, es una forma de ejercicio físico que no precisa instalaciones, preparación... y que tiene efectos beneficiosos para la salud física y mental. Caminar con regularidad se le asocia con un menor riesgo de eventos cardiovasculares y de mortalidad por cualquier causa..

En este sentido, Minghui Quan et al (Journal of Sport and Health Science 2020) estudiaron un aspecto distinto, que da contenido a este escrito, es el de la rapidez con que se camina y el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (atac de gota). Para ello se analizaron 7 estudios hasta el 31 de enero de 2019. En total 135.645 participantes (95,2% mujeres; edad media 63,6 años) y 2.229 casos de accidente cerebrovascular durante un tiempo de seguimiento de 8 años. Demostrando que aquellos que caminaban rápido (media 5,6 km/h) frente a caminar más lento (media 1,6 km/h) tuvieron un 44% menor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. Y que por cada incremento de 1 km/h en la velocidad, el riesgo de accidente cerebrovascular se redujo en un 13%.

Y volviendo a la diabetes, un estudio clásico de prevención de esta patología, el Da Qing Diabetes Prevention Outcome Study iniciado en el 1986 en 33 clínicas de Da Qing (China) en pacientes con prediabetes demostró una reducción de la DM2 del 33% en el grupo de la dieta únicamente y del 47% en el del ejercicio físico en comparación con el grupo control.

A los 20 años de seguimiento (2006) se encontró una reducción global en el grupo de intervención combinada de un 43% en la incidencia de DM2. Y a los 30 años de seguimiento, el grupo de intervención (dieta y ejercicio) generó un retraso en el debut de la DM2 de 3,96 años además de reducir la incidencia de complicaciones cardiovasculares en un 26%, así como incrementar la esperanza de vida. Dejando claro que el ejercicio físico es capaz de prevenir la diabetes tipo 2.Pero, ¿la velocidad de la marcha podría tener alguna repercusión en esta patología?.

Pues, un metaanalisis publicado este mes pasado por Ahmad Jayedi et al (Br J Sports Med . 2023) sobre estudios sobre este propósito publicados hasta el 30 de mayo del 2023 parece afirmarlo.
En total de 10 estudios se analizaron a 18.410 adultos con DM2 seguidos entre 3 y 11 años. Se clasificó la velocidad al caminar en cuatro niveles lenta (3,2 km/h), normal (3,2-4,8 km/h), bastante rápida (4,8-6,4 km/h) y muy rápida (> 6,4 km/h).

Demostrando con ello que el riesgo de contraer DM2 se reduce significativamente al caminar a una velocidad de 4 km/h o más. Y que caminar más deprisa se asocia con una disminución gradual en el riesgo de padecer DM2 (de un 15 a un 35%). Aquellos que caminaban bastante rápido tenían un riesgo 24% menor de DM2 que aquellos que caminaban lento.

Queda claro, por tanto, que de caminar, es mejor hacerlo rápido pues prevendremos problemas cardio y cerebro vasculares y sobre todo de padecer la DM2.