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Sobre los animales de compañía y su relación con la salud mental hemos hablado en diversas ocasiones. También hablamos que en la actualidad la soledad es habitual. A nivel general según datos del 2021 del Reino Unido (UK) y de los Estados Unidos (EEUU) el 29,4 por ciento y el 28 por ciento de la población de estos países viven solos, algo que aumenta con la edad.

Una soledad a consecuencia de haber desaparecido en muchas ocasiones la familia, la pareja, los hijos, amigos, aquellas formas de apoyo social que tenía una función de acompañamiento, de consuelo, de transferencia de sentimientos, emociones o simplemente de comunicación, de modo que muchas veces se    opte por adquirir un animal de compañía como forma de sustituir dicha carencia. Así se habla de que en la actualidad se adquieran más perros y gatos que niños nazcan.
Y es que la necesidad de compañía en el ser humano, a pesar de las redes sociales, hace que se valore los efectos beneficiosos de la convivencia con animales.

En un escrito anterior («Es Diari» 15-05-2022) ya hablamos como la convivencia con perros en la infancia reduce en un 25 por ciento probabilidad de tener esquizofrenia en la adolescencia (Yolken R et al, 2019), o como las conocidas técnicas de utilización de animales de apoyo emocional (AAE) («Emotional Support Animals») en pacientes diversas condiciones mentales produce mejoras física, psicológicas y sociales en dichos pacientes, mostrando reducciones significativas en las puntuaciones de las diferentes escalas de soledad, ansiedad y depresión. O, últimamente, comentamos (Es Diari. 19-05-2023), sobre la repercusión de vivir con mascotas durante el periodo de confinamiento en EEUU (Niwako Ogata et al) a partir del 2020 a consecuencia de la epidemia de la covid-19 en las que se restringió el contacto social y por ello se aumentó el contacto con los animales de compañía. Según este análisis vimos como en los dueños de perros se redujo la sensación de estrés y de soledad en mayor medida que en aquellos que tenían gatos y o en los que no tenían mascotas. Se demostró, sin embargo, que tener una mascota no alivió la sensación de soledad social por la falta de amigos o de relaciones laborales y la soledad emocional debida a la falta de relaciones familiares.

Hoy, sin embargo, hablaremos de las mascotas y su influencia en las personas más mayores que viven solas. Y es que es un problema en aumento pues como comentamos esta población pueden llegar al    43,8% (>85 años) («Es Diari» 26-11-2023) en nuestra isla. Una población con gran riesgo de vivir en soledad. Y una población en alto riesgo de fragilidad o dependencia al tiempo que pueden sufrir trastornos cognitivos o demencia.

Existen datos epidemiológicos que apuntan que vivir con una mascota (perros y gatos) en personas mayores se relaciona con una menor sensación de soledad, lo que podría reducir el riesgo de demencia y del deterioro cognitivo, pero faltarían    estudios prospectivos que evaluaran dicha    asociación.

De ahí el comentario de este reciente estudio de Yanzhi Li et al (JAMA Netw Open. 2023) sobre una cohorte poblacional inglesa representativa, la English Longitudinal Study of Ageing (ELSA) de 7.945 personas mayores de 66,3 (8,8) años, 56,0 por ciento  mujeres, en las que el 35 por ciento tenían mascotas y el 27 por ciento vivían solas. Unas personas que se las evaluó en diferentes espacios temporales (junio de 2010 a julio de 2011), (junio de 2018 a julio de 2019) y con análisis bineales en la asociación de tener una mascota y presentar cierto deterioro cognitivo, para lo que se evaluaron ciertos aspectos como la memoria, la fluidez verbal,...

Según éste estudio tener una mascota a estas edades se asoció con tasas más lentas en la reducción de la cognición verbal compuesta, memoria y fluidez verbal, pero solo en las personas que vivían solas pero no entre las que vivían con otras personas.

Por lo que concluyeron que tener un animal doméstico a estas edades compensa el hecho de vivir en soledad en aspectos como la memoria y la fluidez verbal.

Con todo comentan que es un campo abierto que necesitaría más estudios que evaluaran si tener una mascota reduce o enlentece el deterioro cognitivo total debido a la edad en los adultos mayores que viven en soledad, pues las funciones cognitivas son más amplias que las evaluadas e incluirían aspectos no estudiados como la memoria episódica, la función ejecutiva en general, la atención, el razonamiento, la velocidad de procesamiento.

Con todo, pongamos un animal doméstico en nuestras vidas si vivimos solos, estaremos más felices.