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En las poblaciones y ciudades, en un momento dado para actos puntuales, como cortar una calle por obras, eventos deportivos, por motivos de seguridad de los peatones, fiestas patronales, etcétera, los mortales o sea el contribuyente, lo puede entender, aún más los que vivimos en el centro de Mahón; en nuestro caso siempre hemos tenido colaboración de la Policía Municipal, para entrar o salir en caso de urgencia...vatuadell cent llamps, de lo que si nos quejamos es que no nos informen previamente.

A los que nos gusta caminar por el puerto de nuestra ciudad, como es el caso mío, solemos subir o bajar por sa Costa de Ses Piques. En la zona del puerto hay unas picas de piedra que antiguamente las usaban para beber los animales cuando llegaban al puerto de Mahón, procedentes de fincas agrícolas del campo menorquín, la imagen no puede ser más patética, en su parte superior hay unas baldosas rojas, que prostituyen lo que son unas picas típicas (bebedoras), las que podemos ver en cualquier camino o finca rústica, del campo menorquín; siguen siendo un esperpento de imagen, sin que nadie de Dalt la Sala, sea del color político que sea, hayan han tomado la decisión de restaurarlas para dejarlas como estaban hace cerca de cien años. ¡Mal!

Subimos por dicha cuesta y en la zona del Museo de Menorca, o sea, del Convento de San Francisco, enfrente de la antigua herrería de los Hermanos Olmos, desde hace varios meses, una hilera de vallas de plástico que nos hacen desviar a los peatones por la calzada; de fuentes bien informadas de varios vecinos, un día cayó una piedra de la pared, donde está la entrada des ases, que da al jardín de dicho museo. En vez de reparar la pared, vallas al canto. ¿hasta cuando, señores de Dal la Sala? ¡Mal!

Pasando frente el Convento de San Francisco, nos tropezamos con más vallas, estas metálicas, que protegen unas arcadas que dan a la zona verde, vecina del mirador que antiguamente, los estudiantes del antiguo Instituto, llamaban el polo, por el frio que hacía cuando soplaba la tramontana. Nos preguntamos que carajo protegen, si las verjas metálicas están cerradas con candado. ¿Otra caída de piedras? ¡Mal!

Ahora viene la madre del cordero, como decimos vulgarmente, en la calle de los Frailes, la casa número 13, está abandonada desde hace varios años, cuyas fachadas presentan un imagen patética, nos imaginamos que su interior, podría ser escenario para una película de terror, ahora que nuestra isla está de moda, habiendo ganado reciente un Goya, la directora de producción Margarita Huguet, como «Mejor dirección de producción» por su trabajo en «La sociedad de la nieve», nuestra más sincera felicitación a joven menorquina…No perdemos de vista las perennes vallas metálicas, que en este caso los de Dalt la Sala, deberían actuar de oficio, para solucionar esta anómala situación de esta calle de la zona des Convent. ¡Mal!

Sería interesante solucionar el tema de las vallas, antes de que estas calles, los vecinos tengan que sacar los cubos del «puerta a puerta» y algún incívico deje abandonado trastos y enseres viejos. Si vivim vallas no veurem, però poals sí.

José Barber Allés

Mochilero

josebarberalles@gmail.com