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El comentario de esta semana no es sobre un tema en general sino sobre un libro que me regaló un amigo, y me lo regaló tal vez porque sigue el tipo de comentarios que hago cada semana en «Es Diari», en el sentido de introducir artículos científicos y conclusiones a partir de estos.Y además el tema de la inmortalidad que lógicamente preocupa y sobre el que el ser humano lleva detrás desde siempre, de ahí la existencia de las religiones. En la actualidad, sin embargo, es otra la religión que está abordando este tema, la ciencia. La ciencia intentando explicar cada uno de los factores que hacen que una persona viva más que otra. Un tema que dado su interés últimamente es habitual en los medios de comunicación.

El libro se estructura en tres partes; quizás la más difícil sea la segunda y de ahí que haya hecho mención a mis escritos, pues analiza estudios científicos y los descubrimientos a partir de ellos y una tercera parte como conclusión, donde hay recomendaciones que sirven tanto para vivir más, como para tener una vida más sana; al final una cosa suele llevar a la otra.

Sorprende que el autor de este libro sea un muchacho de 28 años, estudiante postdoctoral de biología molecular en la Universidad de Copenhague; es interesante, además, pues al parecer es su primer ensayo divulgativo en solitario y se ha convertido en un best seller.

Realmente el tema de la inmortalidad es complicado, puesto que la muerte no depende solo de causas intrínsecas, es decir del envejecimiento del cuerpo; sino de externas, pues siendo animales, seamos la comida de otros, seamos depredados por otro animal, o en nuestro caso suceda tras un accidente, una infección...

Es cierto, tal como comenta, que hay animales que no envejecen como las langostas, que no se debilitan y puede reproducirse hasta el final de su vida; sin embargo la langosta al final acaba siendo el plato de algún depredador.

En la naturaleza tal como indica Arzuaga y Millás en su libro «La vida contada por un sapiens a un neandertal», también recomendable, no existe el envejecimiento, no existe la vejez, existe «la plenitud o la muerte», esta por causas externas, frase sacada de su libro.

Si estás bien, perfecto, pero si no puedes ser pasto del hambre, de una infección, de un accidente... aunque puede ser también por una causa interna, que vayamos debilitándonos por la vejez y muriendo por la claudicación de un órgano (el corazón, riñón, cerebro...).

El título del libro de «La medusa inmortal» tiene que ver con unas pequeñas medusas del género turritopsis que al parecer son capaces de invertir el proceso de envejecimiento, puede crecer y entrar en un proceso de rejuvenecimiento varias veces.

Se comenta muchos aspectos relacionados con la mayor longevidad, como el tamaño de los animales, cuanto más grande eres, más vives. Las ballenas, los elefantes viven más que los pequeños ratones; sin embargo, dentro de una misma especie el tamaño justamente se comporta de manera inversa, por ejemplo, los perros pequeños viven más que los grandes. En los humanos al parecer también ocurre.
Y también dentro del mismo género puede haber diferencias, la rata topo tiene una mutación genética que hace que vivan más; o en los humanos, por ejemplo en los Amish americanos hay un porcentaje de ellos que tiene una mutación en un gen que produce una proteína específica que hace que su vida aumente.

Un tema interesante es la hormesis, o el proceso por el cual los estresores que nos proporciona la vida (venenos, toxinas, antioxidantes, polifenoles, radiaciones, infecciones..) y contra los que reaccionamos de manera positiva, son al final los que realmente nos hacen vivir.

Está claro que nuestra genética nos condiciona la longevidad por causas internas, así se comenta que pueden haber variaciones genéticas beneficiosas en las primeras etapas de la vida pero que nos perjudiquen más adelante (enfermedades neurodegenerativas..). O la acción de los telómeros en los genes; que actuando sobre la telomerasa para alargarlos, aumentamos la longevidad pero con el riesgo de generar cánceres al activar la vida de las células; o el tema del suicidio celular o la apoptosis que es un mecanismo que previene el cáncer y combate las infecciones... y es que los cambios epigenéticos relacionados con la edad (pérdidas de la capacidad para desactivar genes) que pudiera a primera vista ser algo beneficioso para rejuvenecernos también podría estimular el desarrollo de cánceres con el tiempo.

Sí que es cierto que si el envejecimiento está programado en los genes la solución sería actuar sobre ellos y rebobinar este programa un poco como la medusa para rejuvenecernos, pero por lo que se ve es algo extremadamente complicado y no exento de riesgos.

«Por lo visto el secreto para una vida larga no reside en vivir sin dificultades sino en superarlas y seguir adelante» (pag. 76).

Nicklas Brendborg, «La medusa inmortal». Ediciones Destino 2022

* Juan José Millás, Juan Luis Arsuaga. «La vida contada por un sapiens a un neandertal». Ed Alfaguara 2022